sábado, 12 de diciembre de 2009

Tristeza não tem fin, felicidade sim.

Los hechos narrados a continuación como así también sus protagonistas, son ficticios. Cualquier semejanza a situaciones que puedan haber ocurrido en la vida real es mera coincidencia.


La gran ballena azul barrenaba las olas de una manera única, mágica; como acariciando cada onda, cada espuma que rompía en su angosta popa diseñada por German Frers allí por los años 70. Casi una década después de haber sobrevivido a aquella dura Fastnet Race, las curvas en su casco, su jarcia y su estructura, seguían tan sólidas y vigentes como cuando había sido botada. Claro que el hecho de que ninguno de sus tripulantes pudiese ver (y al afirmar esto no lo hago en tono figurativo, ni mucho menos me refiero a la visibilidad extrínseca, sino a que estaban literalmente ciegos: no videntes!), ayudaba mucho a que la percepción de velocidad se acrecentara en forma significativa. Con cada ola que golpeaba la popa, la nave se escoraba un poco, el timón se endurecía, las brazas y escotas rechinaban contra los apenas herrumbrados retornos, como suplicando por piedad, hasta que finalmente y después de hundir la proa transitoriamente en el agua, salía barrenando en forma casi descontrolada. La vibración que generaba con cada barrenada, si bien apenas perceptible, era suficiente para que las abolladas ollas y cacerolas de la cocina (abolladas al haber sido utilizadas como instrumentos de percusion durante el carnaval!) tintinearan ritmicamente, como si formaran parte de una manifestacion expresandose en contra de nuestro abuso. Este ciclo se volvía a repetir una y otra vez en forma inexorable. Cada milla navegada abría en los tripulantes una esperanza, un motivo por el cual no ceder ante el cansancio, un rayo de luz en aquella sombría oscuridad.

Habían pasado ya cerca de dos meses de aquel cálido Febrero que nos había visto partir de Río de Janeiro, y nos empezaba a preocupar el hecho de no tener noticias de tierra. Claro que el estar ciegos nos excluía de toda posibilidad de contacto ocular alguno; es mas, la VHF/BLU estaba "muerta" desde hacia ya un mes (por causas desconocidas), y solo teníamos un antiguo radiogoniómetro con el cual “a ciegas"(nunca mejor utilizado este termino), intentábamos desesperadamente escuchar alguna estación de radio costera que nos ayudara a adivinar al través de que ciudad nos ubicábamos. Esta táctica había dado sus frutos al principio, pero habían ya pasado varias jornadas durante las cuales el maldito aparato cuadrado color verde loro solo emitia “ruido”. La hipótesis mas aceptada por todos -aunque tal vez por simple negación no comentada con mucha frecuencia a bordo- era la que postulaba que el Noreste que nos había visto partir de Botafogo, con el correr de los días había ido rotando al norte para luego afirmarse en el Noroeste. Como esto habría ocurrido luego de que toda la tripulación perdiera la visión, y al ir navegando en popa, nuestro rumbo podría haber cambiado, involuntariamente influenciado por el afán de llevar el barco siempre al mismo ángulo. El rumbo Sur de antes se habría convertido en Este-Sudeste, o quizás Este. Por supuesto que esta ultima alternativa ni la queríamos considerar, puesto que nos habría indicado estar rumbo a África. Lo que yo temía (y tampoco me atrevía a compartir) era que por cierto era preferible África que Las Malvinas, Sándwich del Sur, o siendo un poco mas dramático, la mismísima Antártida. Toda esta teoría de la virazón, por supuesto no la habiamos tenido en cuenta al momento de decidir cortarnos el pelo bien corto, para de esta manera poder apreciar mejor la dirección del viento (No hay mejor veleta que la nuca de uno).Pero eso no era lo mas preocupante. Por algún motivo que desconocíamos, a los pocos días de haber soltado amarras, y en menos de 72 hs, todos a bordo habíamos perdido la visión. 
La historia comenzó con esas caipirinhas que preparo el Negro al dejar el Yacht Club do Rio de Janeiro. Aun recuerdo que Paco, uno de los mejores catadores que he conocido, al probar el brebaje exclamó con asombro- Caipirinha?...con que esta hecha? Velho Barreiro no es. Vodka tampoco…Esa frase retumbaba en mi cabeza cada noche. Los camarones en milanesa que habíamos traído también podrían haber estado en mal estado, pero era imposible saberlo, puesto que la descompostura que tuvimos a los pocos días de haber zarpado se podría haber debido a una simple intoxicación alimenticia, como así también a los hectolitros de caipiras que veníamos consumiendo dia y noche desde que pisamos Copacabana.

El clima había cambiado, de eso no había duda alguna. Los 40 grados de temperatura de fines de Febrero se habían transformado en 20 durante el dia, y escasos 5 durante la noche. Estaba claro que si bien ya-presuntamente-podríamos haber estado transitando el mes de Abril, nos encontrábamos bien al Sur. Lo otro que se podía aseverar era que el agua seguía siendo bien salada, con lo cual a mi casi no me cabían dudas que nos habíamos pasado de largo la entrada al Río de La Plata. Marcelo, quien se creia -y en realidad era- un eximio navegador, hacia ya diez días que juraba una y otra vez que el olor a lobo marino que había sentido en aquella guardia era sin lugar a dudas de Mar del Plata. Por supuesto que la barra intentó cachetearlo reiteradas veces, como para que no siguiera hablando estupideces. Creo que la ceguera general lo benefició, puesto que lo único que logramos cachetear fueron la botavara y el stay popel..Un dia que recuerdo a la perfección fue aquel en el que nos azotó esa tormenta de viento y granizo. Me gustaría poder afirmar que dia, a que hora, de que dirección provenía el viento, etc.…pero nada de eso fue posible. Sin poder ver absolutamente nada, enviamos a Paco a la proa a arriar el G3 y a posteriori izar el tormentín (meses después nos daríamos cuenta que lo que Paco había izado era el Gomon desinflado que llevábamos bajo cubierta en proa..). Por suerte la rosca duro solo un par de días, y a excepción del considerable frío que pasamos, los pequeños avatares fueron manejados sin mayores consecuencias.
Ya habíamos perdido la noción del tiempo. Solo sabíamos que el agua seguía siendo salada (y fría!), y estimabamos que la temperatura rondaba en cifras negativas.Lo más duro era recordar los cálidos atardeceres en Copacabana, los partidos de fuchibol en Leblón, las agitadas noches cariocas….todo eso parecía ahora haber quedado en el olvido. Ninguno de nosotros sabía si alguna vez iba a ver todo eso nuevamente; en realidad, ninguno estaba seguro de si íbamos a volver a ver. Yo seguía convencido de que las Caipiras que había preparado el Negro al salir de Río eran las culpables de nuestra ceguera. Esta idea era avalada por dos simples hechos: 1) Todos empezamos con descompostura y visión borrosa después de ese ágape de etil y limón, 2) el Negro, quien se caracterizaba por “catar” los tragos que preparaba en forma obsesiva antes de servirlos a sus amigos jamás apareció después de esa noche. Al principio pensamos que el copete le había pegado mal, y su ausencia se debia a una resaca algo prolongada, pero después de un par de semanas terminamos por aceptar que seguramente se había caído accidentalmente al mar esa noche (de haber caído dentro del barco, el olor al pasar los días nos hubiera hecho sospechar..).
La noche que golpeamos contra el iceberg fue sin lugar a dudas la peor. Una pregunta más que válida sería como supimos que era de noche, estando todos ciegos. Bueno he aquí la explicación: A medida que transcurrían las singladuras, íbamos notando que claramente había ciclos de horas en los cuales la temperatura bajaba, para luego volver a subir. De hecho, frecuentemente podíamos sentir el calor del sol, y también cuando éste comenzaba a apagarse. Yo había recordado que mi reloj tenia un cronómetro el cual su alarma sonaba cada hora, con lo cual un dia de sol lo activamos, y contábamos las horas desde que la temperatura empezaba a subir hasta que comenzaba a bajar. A partir de ese momento pudimos tener una idea grosera de los días y las noches, con la clara excepción de los días nublados.Regresando al episodio del témpano contra el cual chocamos, vale aclarar que por suerte el primer impacto fue con el tangón (íbamos en popa contra amurados, con el tangón bien abierto). Este se trabó en la fria maza blanca flotante, y el barco se fue a la orza incrustando la proa y la banda de estribor en el compacto hielo. No se si lo peor fue tratar durante 4 horas de destrabar el barco y alejarlo de la helada roca de agua sólida (por suerte solo soplaban 6 nudos y no había ola!!), o tener que lidiar después con las dos focas y el oso polar que decidieron abordarnos sin permiso en busca de alimento. Claro que si bien podrían haber sido mas de tres los mamíferos piratas , la agudeza auditiva que todos habíamos adquirido después de tantos meses de ceguera, nos decía con certeza que ese era el numero en cuestión. Después de minutos eternos de pánico, alaridos desgarradores y malabares diversos, los visitantes encontraron algo de comida que se encontraba tirada en el cockpit, y decidieron abandonar la nave en búsqueda de sus hogares. El saldo material del infortunio no excedió de un tangón roto, un par de candeleros de la banda de estribor doblados, una cubierta peilgrosamente resbaladiza (una de las focas claramente tenía diarréa, y se encargó de que lo notáramos por semanas), y un "bichero" roto, cuya parte terminal creemos quedo incrustada en el cuerpo de alguno de los fugazes polizones. Lo mas preocupante eran las heridas que la breve, aunque imaginablemente intensa confrontacion habia dejado entre nosotros.El episodio había creado un esperado, aunque dramático choque contra la cruda realidad. Los sonidos que escuchamos esa noche abordo eran de focas, y los rugidos, sin dudas los de un oso. No hacia falta unir mas de un par de piezas de este endemoniado rompecabezas para visualizar que ese alarido de oso, no podía ser otro que el de uno polar; ergo, estábamos más cerca de lo que pensábamos de la fría y desolada Antártida!La desesperación nos habia invadido a todos. Ya quedaban escasa comida y agua. Dos personas estaban desaparecidas desde hacía días, y a otra el oso polar le había arrancado de cuajo su brazo derecho. El frío se habia apoderado de nosotros, y ya sin velas, el barco se encontraba completamente a la deriva. Ya no habia esperanza. Siquiera hablábamos entre nosotros. La desolación nos habia invadido al unísono, y en forma tácita esperábamos lo inevitable sin la menor resistencia. No habia dudas que el final ya estaba entre nosotros.

  Paco fue quien me despertó violentamente. Recuerdo aun sentir su mano zamarreando mi hombro y pensar que se trataba de la mismísima Parca invitándome al temido viaje sin regreso. Abrí los ojos y pude ver los suyos, inyectados en sangre y pestañeando en forma desesperada, tratando de limpiar de sus conjuntivas las gotas de sudor que caían de su frente. El calor asfixiante en la cabina, mezclado con la intensa cefalea que yo padecía se hicieron casi imperceptibles al darme cuenta de que habia recuperado la visión.

-Que paso? Fue lo primero que se me ocurrió preguntar.
- El Negro-exclamo Paco con voz afónica- Se le acabó el Velho Barreiro, y decidió continuar preparando Caipiras con el alcohol de los compases de navegación. Rompió tres! El central del timón, y los dos de las bandas, los que están sobre cubierta.
-No te puedo creer!-dije sin entender aun bien que estaba pasando.-Pero esta loco? –proseguí-Eso es alcohol metílico!
-No solo eso-continuó Paco-La ensalada de frutos de mar que cenamos, en vez de perejil y ajo, la mezclo con Peyote y Ayahuasca. El viaje que nos pegamos no tiene antecedentes. Estamos vivos de milagro!
-Y los demás?
-Están todos bien, medios mareados y aun con resaca, pero dentro de todo bien. 
-Donde estamos?
-En Río! En el Yacht Club. Donde vamos a estar? No te acordás de la entrega de premios? Fue hace tres días.
-Tres días?
-Si!, tres días. Hace tres días que estamos desmayados en el barco. Por eso digo que estamos vivos de milagro. Con mas de 50 grados de temperatura, de no ser por un brasuca que pasaba por la marina y se le ocurrió ver que pasaba, no la contábamos.
-Y el Negro?
-El negro está bien. Aunque en cuanto lo agarre, lo mato! Por su culpa estamos como estamos.

Bebí casi dos litros de aguas casi sin respirar. Aun no tenia apetito. El dolor de cabeza empezaba a aumentar nuevamente. Solo quería ducharme y tomar el primer avión de vuelta a Buenos Aires. Ya había tenido suficiente carnaval Carioca, al menos por ese verano.Regresé al barco después de bañarme con agua tibia por más de una hora. Lo habría hecho con agua helada, puesto que me encontraba al límite de la hipertermia, pero el recuerdo del frío que había sufrido recientemente me lo impidió. La caminata por el muelle fue lenta, sin apuro alguno. Estaba aun confundido , y trataba con un esfuerzo sobrenatural de comprender con exactitud lo que había pasado. Frecuentemente solía tener pesadillas, pero ninguna habia sido tan vívida como ésta. Al fin y al cabo estabamos a salvo y el barco no habia abandonado la marina, asi que era cuestión de aceptar que todo habia sido un mal sueño.


Al aproximarme lentamente al barco luego de mi refrescante ducha noté una multitud que lo rodeaba. Oficiales uniformados estaban a bordo, y mientras un par interrogaban a Paco, el Negro y Marcelo, otros 5 bajaban del barco con una bolsa grande, muy grande, construida en algun material color negro. Los rostros fruncidos de los que la acarreaban daban a entender que lo que llevaban dentro era algo pesado.
-Puta que pareu! Dijo uno de los oficiales de policía mientras pasaban por mi lado.-Uma fouka e um oso polar dentro do veleiro, no meio do Río. Estos rapazes estan em problemas!
Miré de reojo y pude apreciar como de la bolsa de arpillera oscura asomaba la cabeza sin vida de un oso polar. De su ojo izquierdo sobresalía la punta quebrada de un bichero, y de su boca restos de lo que parecía una mano humana. Como un acto reflejo, gire sobre la marcha y me aleje rápidamente del barco y acto seguido del club. Detuve al primer taxi que vi pasar.

-Bon dia-dije con mi mejor acento carioca-Ao Galeao!
-Boas tardes! Me corrigió el taxista. Que companhia aérea?
-Aerolineas Argentinas- dije sin basilar. Sabia que Aerolíneas tenia mas de un vuelo diario a Buenos Aires, pero especialmente uno de tarde a Ezeiza en el cual viajaba poca gente, antes de seguir hacia su destino final a Nueva Zelandia. Si bien el pasaje era carísimo, no me importaba pagar con tal de viajar lo antes posible.
-Aerolineas Argentinas? Pregunto retóricamente el conductor antes de proseguir entusiasmado- A Aerolíneas Argentina foi a primeira companhia aérea a realizar um vôo transpolar numa viagem entre Buenos Aires e Auckland. O senhor vai pegar o transpolar?
Decidí no contestar la ultima pregunta y fingir dormir todo el viaje hasta el aeropuerto. Fué la ultima vez que visité Río.


OC, 12 de Diciembre de 2009.

1 comentario:

Anónimo dijo...

impresionante. maria luz.