sábado, 29 de mayo de 2010

Informe Panela: la verdadera historia del famoso faro del Rio de La Plata.


La primera vez que participé en la regata Bs. As - Panela fue a principio de los 80s. Como era clásico de aquella competencia, partimos con un Norte que habia soplado fuerte durante todo el dia, pero que al ir entrando la noche casi habia desaparecido. Viramos el faro con calma, mucha humedad y baja presión, y regresamos con un feroz sudoeste e intensa lluvia que apenas permitía ver la proa de nuestro barco. Entre la tripulación, casi en su mayoría platense, reinaba un clima de excitación mezclado con buena onda sumamente contagioso y esencial. En el grupo siempre habia algún "veterano" quien por lo general se encargaba de la navegación, además de rápidamente individualizar al mas inexperto a bordo con el fin de taladrarle el cerebro con mitos y leyendas nauticas que, dependiendo de los matices y circunstancias de la narrativa, podían llegar a causar cierto efecto de pánico en el novato en cuestión.
Lo cierto es que La Panela creaba ese aire a misterio por varios motivos. Uno era que solo se la veía una vez al año, por escasos minutos al momento de ser virada. Otro era que casi siempre se llegaba a ella de noche y con mal tiempo, lo que creaba esa atmosfera propicia para fabricar leyendas que iban desde el viejo Panela y sus bellas hijas que habitaban el faro y seducían tripulantes, hasta las múltiples maldiciones y hechizos a barcos que nunca llegaron a destino luego de virar la sombría marca luminosa.
Luego de haber corrido múltiples regatas a La Panela, y cansado de escuchar una y otra vez las mismas anécdotas, con un grupo de amigos decidimos investigar acerca de la verdadera historia de este faro. Cerca de 2567 papiros antiguos fueron revisados, 1567 personas entrevistadas, 14 museos argentinos y uruguayos visitados, y dos expediciones al faro se realizaron. Lo que se escribe en las próximas estrofas, no es mas que los testimonios reveladores de la historia de uno de los faros mas famosos de nuestro querido Río de La Plata.
Panela: La historia oficial.
A principios del siglo XIX, Bergantines de diversas regiones transitaban con asiduidad las aguas del Río de La Plata, transportando materia prima (principalmente vino Pangaro y Gargantini) en sus bodegas desde Oyarbide (AR) hasta Porto Bufarrao (BR). El eterno problema se generaba al pasar por las cercanías de Montevideo (inicialmente llamado Monte VI de Este a Oeste, de ahí proviene su nombre). En esta ciudad mercantil de la costa oriental, los navíos fondeaban muy cerca de la orilla con el fin de permitir que sus tripulantes bajaran a frecuentar los famosos prostíbulos localizados en las cercanías de la escuela técnica de Pocitos (de ahí la frase "escala técnica").
En la foto documento de abajo se observa al “Arteche I”, de White y Mangiapanne, varado en las cercanías de playa Pocitos al intentar aproximarse en forma excesiva a tierra.

Esta imagen de repetía frecuentemente, creando un gran revuelto entre los ciudadanos orientales, quienes se agrupaban en las rocas de lo que seria hoy puerto Buceo a repudiar agresivamente a estos sedientos marineros. Debido al creciente descontento popular, la Municipalidad de Montevideo decide contratar a Pamela, famosa prostituta de origen belga, y con ella propone la inauguración de el primer prostíbulo de ultramar, empresa cuyo único objetivo era alejar de tierra a los libidinosos navegantes que ya no solo establecían contacto con estas damas del placer, sino también habían comenzado amistades peligrosas con hijas de conocidas celebridades uruguayas.
En Setiembre de 1879, como se aprecia en las fotos de abajo, comienza la construcción en tierra (luego se transportaría río adentro con la ayuda de un avión ultraliviano) de “La Casa de Pamela”. La misma cambio su nombre reiteradas veces, pasando por “lo de Pamela, bo”, “la torre de las trolas”, “el faro del fin del mundo”, “ “Pamela Chu's Light house”, etc. En Febrero de 1892, una gran sudestada borro la patita de la letra “m” del nombre pintado en el faro, quedando Pan ela como nombre definitivo.
La construcción del faro se llevo a cabo bajo la dirección del arquitecto Washington Couyet, quien con un grupo de amigos, y materiales provistos por Galván construcciones, trabajaron dia y noche hasta terminar la obra.

Comienza la construccion de "La casa de Pamela". Sentado arriba, Matias White (maestro mayor de obras, y mano derecha del arquitecto Couyet). Abajo de Izquierda a derecha: Torrini, Alonso y Salas, Los chemical brothers, Winifredo McCall, Eulofio Deluca, Magnum y Sir Anthony Ariza-Thomas. Peluca Costa, Vuitton, los hermanos Queirel y el menor de los Borgstrom.


La casa de Pamela con su fachada original.
Construyendo el cartel luminoso.

Uno de los tantos problemas que surgió, pero que sin lugar a dudas fue el que mas costo resolver fue el de la iluminación nocturna. Como era imperante que el prostíbulo de ultramar estuviera adecuadamente señalizado, el municipio organizo un encuentro de profesionales allegados al tema, con el fin de resolver esta situación. Después de varias semanas de debate, fue el ingeniero Cosme Francescoli, capitán del equipo olímpico uruguayo de natación, quien irrumpió con una idea que cambiaria la historia del deporte a nivel internacional. El equipo de natación uruguayo, como parte de su entrenamiento, saldría a nado cada atardecer llevando una antorcha encendida (que se pasaba de mano en mano entre integrantes del equipo) hasta llegar y encender la gigante lámpara a Kerosene localizada en el tope del faro. Esto no solo solucionaría el problema de iluminación, sino que permitió al equipo uruguayo ganar tres medallas en las olimpiadas de Berlín. El suministro anual de Kerosene fue donado por Norberto Jonathan Garcia, a cambio de los derechos para establecer en lo de Pamela, el estudio central de lo que seria el primer programa nautico rioplatense, hoy conocido como "El Faro". El mismo comenzaria su emisión radial, para décadas mas tarde convertirse en televisiva.

El famoso grupo “The Panela Lighters”, grupo de nadadores que cada noche partian desde Tacuarembó para encender el faro. De Izquierda a derecha: Johny Weismuller, el tiburon de Quilla, Demidi, Wilmar Rodriguez, Washington Gutuierrez, Cosme Alexander Francescoli y Richard Eusebio Fabini, entre otros.


Otro gran invento que se gestó durante este proyecto, fue la creación del famoso ultraliviano Randy. El mismo hidroavión, propulsado con dos motores Televel y 4 Yumpas, constaba de un revolucionario sistema de refrigeración: una manguera larga que llegaba hasta el río, succionaba agua la cual iba a un radiador universal y era distribuida entre los motores. A medida que el avión se elevaba, el copiloto maniobraba una especie de reel gigante a manija, desenrrollando más manguera para que el extremo distal de ésta permaneciera dentro del agua.
La primer regata a La Panela fue organizada por el Bochin Club de Ezpeleta en 1903. Formaron parte de la justa deportiva 13 embarcaciones, entre ellas el Arteche IV, ganador de la general, con Pejerrey López de táctico.

El Arteche IV, ganador de la general en la 1ra Regata Ezpeleta-La Panela, Con Gary Baldi (Abuelo de Gary Jobson) como armador y Pejerrey Lopez en la tactica.

El loco Lunaschi, regresando de Panela en su ultraliviano para el primer Malon del Pirata, C.R.L.P. Febrero de 1904. En el chinchorro se lo ve a White, antes de empezar Gimnasio. Randy Lunaschi fue el primero en volar sobre el Rio de La Plata en un ultraliviano el cual poseia un revolucionario sistema de refrigeracion a agua de rio.






Tragedia en el Rio de La Plata: La revolucionaria manguera de refrigeracion del ultraliviano se tapa con un camalote en pleno vuelo, obligando a su tripulacion a descender en Rio Santiago. Por suerte no hubo victimas fatales que lamentar. Foto tomada en 1905 por Chiche Altamirano.






Sir Thomas Windex con su primer modelo de veleta, que seria fijada al tope del palo mayor del Arteche IV. La primera vez que se utilizo una veleta con fines competitivos fue en la 2da regata Ezpeleta-La Panela, Noviembre de 1903.

Un tema que aun sigue bajo pericias, es el que sostiene la existencia del viejo Panela. Entre los documentos revisados en nuestra investigación, hemos arrivado a opiniones encontradas. Tal vez en futuros informes podramos ampliar información al respecto.

El viejo Panela: mito o realidad?



La Panelita: replica en miniatura del faro, cedida a las autoridades uruguayas por "Astilleros de Modelos La Plata".

sábado, 20 de febrero de 2010

Navegando bajo la luz del cometa Halley.


La primavera se habia hecho presente con la propia fuerza de un huracán. Setiembre era definitivamente el mejor mes para estar en La Plata, sobretodo si uno pertenecía a esa especie de elite llamada juventud. El clima era perfecto: entre 23 y 26 grados centígrados de temperatura, no muy húmedo, y con ese aroma proveniente de los Tilos que acariciaba los pulmones por dentro. Quienes trabajaban aun no entraban en la vorágine de fin de año, y aquellos que estudiaban recién empezaban a planear las materias a rendir en la Facultad. No importaba si uno era local o no. La primavera en Silver Town te convertía en platense por decreto.
Para aquellos que teníamos la suerte de navegar, la estación nos favorecía por partida doble. No solo gozábamos de la ciudad propiamente dicha y sus encantos, sino que contábamos con la ventaja de poder huir de la jungla de cemento para encontrarnos con la paz del Río. Las alternativas oscilaban entre fondear en Río Santiago a tomar mates con amigos (por cierto también la más económica de las opciones), salir al Río de La Plata a navegar y/o entrenar ya sea con las clases de orza del momento o barcos de formula, o directamente ausentarse a Colonia o Riachuelo (R.O.U.) por un par de días con el simple fin de recargar las baterías. Si bien este abanico de opciones se repetía en forma rutinaria cada año para la misma época, 1986 venia con bonus: EL COMETA HALLEY SE ESTABA ACERCANDO A LA TIERRA.
El cometa Halley lleva su nombre en honor a su descubridor, Edmond G. Halley, quien fue el primero en sugerir que los cometas son un fenómeno natural del sistema solar, que orbitan alrededor del sol. Halley sugirió que entre estos astros, habia uno que era un visitante regular, que regresaba cada 76 años, y era el mismo que se habia visto desde 240 AC, muy particularmente durante 1531, 1606, y 1682. Este ultimo año, Halley predijo que el cometa regresaría en 1758 y, por supuesto, el mismo regreso en Marzo de 1759. En 1910, el cometa Halley hizo una aparición particularmente brillante y entre otras cosas, fue excusa de romances fugaces, ataques de histeria y hasta suicidios, al creer la gente de esa época que el fin del mundo se avecinaba, producto de la inminente colisión de nuestro querido planeta con la candente bola gigante.
Quienes no creíamos en brujas, pero advertíamos que la historia del Halley, bien empleada podría ser redituable, rápidamente invertimos cierto tiempo en ahondar en este fenómeno interplanetario. Hoy resulta sumamente fácil buscar en Internet información; no lo era tanto en aquella época, en la cual habia que recurrir a libros de texto y charlas de bar. Por suerte, con solo merodear por un par de librerías locales, logramos tener acceso a fuentes bibliograficas que fueron de gran utilidad para nuestra futura labor. Por solo citar un ejemplo, una de las primeras historias que llamó nuestra atención, fue saber que Mark Twain, el famoso escritor estadounidense, habia nacido Noviembre 30, 1835, dos semanas después de que el cometa transitara cerca de nuestro planeta tierra. Durante toda su vida, el autor repitió incesantemente que iba a ser una gran desilusión haber venido a este mundo con el Halley y no irse del mismo con él. Twain murió el 21 de Abril de 1910, el día siguiente al que el cometa pasó nuevamente cerca de nuestro planeta azul...Que podía tener de interesante esto? Absolutamente nada! Sobre todo si uno lo pensaba en el plano de los mortales problemas cotidianos. Pero casi con certeza habría mas de una joven adolescente con aires de astrónoma/astróloga (porque a esa edad, sólo pocos reconocen la diferencia..) a quien le interesaría salir a "estudiar la orbita del cometa" al Río con un par de "astrónomos científicos del Observatorio local". Por supuesto que la excursión debería ser nocturna (el cometa de dia apenas se ve..), y como la hora (y es mas, la fecha!) de aparición del mismo era incierto (al menos para este cónclave de pseudoastronomos farsantes), la situación nos obligaba a salir con nuestras "alumnas" varias noches hasta que el Halley se hiciera presente. La idea rápidamente se hizo popular entre algunos de nosotros, y las "naves laboratorio" (un H20, un Trotter Pandora y un D'angelo 30, cuyos nombres quedaran ocultos en el anonimato por razones obvias), eran decoradas acorde a cada situación particular la misma tarde previa a cada "exploración fin del mundo". La decoración en cuestión no era mas ni menos que un par de largavistas de cuando mi abuelo solía visitar el Hipódromo local, un Atlas con fotos de planetas, el libro de geografía del Nacio, Alemán y López-Raffo, y varias botellas de Gin, Vodka, Cerveza, vinos de variados tonos y por supuesto, Champagne.
La propaganda del evento se hacia mediante diálogos informales (totalmente improvisados) en la barra de algún boliche nocturno local, justo en el momento en que algún grupete de "carozos" se hacia presente. Uno de los boliches era particularmente productivo, puesto que un gran amigo era el Barman y nos ayudaba dándonos el pie.
- Chicos, como viene la expedición Halley?- preguntaba Gustavo (mas conocido como el Negro) detrás de la barra.
-Muy bien- contestaba uno de nosotros- Ya esta entrando en orbita con alfa Centauro, dejando a Osiris en su estela y Capricornio alineado con uno de los satélites de Saturno..
Frases como estas se repetían infinitamente, hasta que de vez en cuando alguna joven preguntaba algo como..
- Uds. son astrónomos? Es cierto lo del Halley?

Una vez que tomaban la carnada, era solo cuestión de invitar unos tragos, y casi como desinteresadamente seguir inventando teorías acerca de porque este podría llegar a ser el fin del mundo. Lo demás era cuesta abajo. Un par de teléfonos, llamadas durante la semana para arreglar la hora de la expedición, etc., etc.

La primer partida fue un Jueves por la noche, y por supuesto que no terminó de acuerdo a lo planeado. La tarde estaba nublada, y una de las invitadas empezó a desconfiar de si realmente la expedicion poseia la seriedad que habia sido prometida de antemano. En ese mismo instante, y como para cortar el hielo, el tano, quien se caracterizaba por "no dar puntada sin hilo", solo a los 20 minutos de haber zarpado en el barco, y con 5 Gin tonics arriba, le propuso a su "alumna" que debido a la nubosidad en aumento, la única posibilidad de ver el cometa era acostándose en el triangulo de proa, con la luz apagada, y el tambucho abierto..Si bien al principio la joven con futuro de astronauta accedió, los epítetos emitidos minutos mas tarde provenientes de proa daban a entender que la expedición era un fracaso total. Por supuesto que el plan B (en caso de que ocurriera precisamente esto) que constaba en desconectar uno de los bornes de la batería y acusar motor roto, tampoco llego a buen destino, así que la primer expedición termino siendo un fiasco. Al menos tomamos unas copas entre amigos en el Río, mero hecho que por cierto generaría la envidia de mas de un mortal terrestre. Con el tiempo, si bien algunas expediciones resultaron mas fructíferas que otras, nunca terminamos de saber realmente si el Halley paso o no cerca de nuestra bendita ciudad.
"Chicas mirando el Halley" por Cruz Gonzalez Smith

Años mas tarde, y por mera casualidad, me llegaron ecos de que una de las tripulantes de aquellas expediciones habia decidido dedicarse a la astronomía, y es hoy en dia una científica mundialmente reconocida en el tema de calentamiento global. Es realmente regocijante enterarse que este grupo de jóvenes inquietos -aunque no adrede- haya contribuido a la formación del semillero científico argentino.
Omar Saturno, Febrero 20 de 2010

domingo, 27 de diciembre de 2009

Piratas del Caribe Sur









La tarde ha crecido y es noche

El fuego se enciende, es calor

Piratas amigos beben y brindan

por quienes en esta velada entregarán su valor


El Capitán del Bravura se excede

Pero quien no, en esta noche de fiesta ejemplar

Después de cánticos, licores varios y Ron

Los viejos chinchorros han de abordar.


En el espejo, bruma blanca que apenas deja respirar

Confusión, mareos, botes que zozobrarán

Zarpan jocosos de aquel precario puerto de ultramar

Solo algunos a esa suerte de malón arribarán


Pero aquel capitán nunca llegará a destino

Su imprudencia un amargo costo tendrá

La reposera varada en cancha 4

Bajo la clara luna; su alma, al alba dolerá..


OC

sábado, 12 de diciembre de 2009

Tristeza não tem fin, felicidade sim.

Los hechos narrados a continuación como así también sus protagonistas, son ficticios. Cualquier semejanza a situaciones que puedan haber ocurrido en la vida real es mera coincidencia.


La gran ballena azul barrenaba las olas de una manera única, mágica; como acariciando cada onda, cada espuma que rompía en su angosta popa diseñada por German Frers allí por los años 70. Casi una década después de haber sobrevivido a aquella dura Fastnet Race, las curvas en su casco, su jarcia y su estructura, seguían tan sólidas y vigentes como cuando había sido botada. Claro que el hecho de que ninguno de sus tripulantes pudiese ver (y al afirmar esto no lo hago en tono figurativo, ni mucho menos me refiero a la visibilidad extrínseca, sino a que estaban literalmente ciegos: no videntes!), ayudaba mucho a que la percepción de velocidad se acrecentara en forma significativa. Con cada ola que golpeaba la popa, la nave se escoraba un poco, el timón se endurecía, las brazas y escotas rechinaban contra los apenas herrumbrados retornos, como suplicando por piedad, hasta que finalmente y después de hundir la proa transitoriamente en el agua, salía barrenando en forma casi descontrolada. La vibración que generaba con cada barrenada, si bien apenas perceptible, era suficiente para que las abolladas ollas y cacerolas de la cocina (abolladas al haber sido utilizadas como instrumentos de percusion durante el carnaval!) tintinearan ritmicamente, como si formaran parte de una manifestacion expresandose en contra de nuestro abuso. Este ciclo se volvía a repetir una y otra vez en forma inexorable. Cada milla navegada abría en los tripulantes una esperanza, un motivo por el cual no ceder ante el cansancio, un rayo de luz en aquella sombría oscuridad.

Habían pasado ya cerca de dos meses de aquel cálido Febrero que nos había visto partir de Río de Janeiro, y nos empezaba a preocupar el hecho de no tener noticias de tierra. Claro que el estar ciegos nos excluía de toda posibilidad de contacto ocular alguno; es mas, la VHF/BLU estaba "muerta" desde hacia ya un mes (por causas desconocidas), y solo teníamos un antiguo radiogoniómetro con el cual “a ciegas"(nunca mejor utilizado este termino), intentábamos desesperadamente escuchar alguna estación de radio costera que nos ayudara a adivinar al través de que ciudad nos ubicábamos. Esta táctica había dado sus frutos al principio, pero habían ya pasado varias jornadas durante las cuales el maldito aparato cuadrado color verde loro solo emitia “ruido”. La hipótesis mas aceptada por todos -aunque tal vez por simple negación no comentada con mucha frecuencia a bordo- era la que postulaba que el Noreste que nos había visto partir de Botafogo, con el correr de los días había ido rotando al norte para luego afirmarse en el Noroeste. Como esto habría ocurrido luego de que toda la tripulación perdiera la visión, y al ir navegando en popa, nuestro rumbo podría haber cambiado, involuntariamente influenciado por el afán de llevar el barco siempre al mismo ángulo. El rumbo Sur de antes se habría convertido en Este-Sudeste, o quizás Este. Por supuesto que esta ultima alternativa ni la queríamos considerar, puesto que nos habría indicado estar rumbo a África. Lo que yo temía (y tampoco me atrevía a compartir) era que por cierto era preferible África que Las Malvinas, Sándwich del Sur, o siendo un poco mas dramático, la mismísima Antártida. Toda esta teoría de la virazón, por supuesto no la habiamos tenido en cuenta al momento de decidir cortarnos el pelo bien corto, para de esta manera poder apreciar mejor la dirección del viento (No hay mejor veleta que la nuca de uno).Pero eso no era lo mas preocupante. Por algún motivo que desconocíamos, a los pocos días de haber soltado amarras, y en menos de 72 hs, todos a bordo habíamos perdido la visión. 
La historia comenzó con esas caipirinhas que preparo el Negro al dejar el Yacht Club do Rio de Janeiro. Aun recuerdo que Paco, uno de los mejores catadores que he conocido, al probar el brebaje exclamó con asombro- Caipirinha?...con que esta hecha? Velho Barreiro no es. Vodka tampoco…Esa frase retumbaba en mi cabeza cada noche. Los camarones en milanesa que habíamos traído también podrían haber estado en mal estado, pero era imposible saberlo, puesto que la descompostura que tuvimos a los pocos días de haber zarpado se podría haber debido a una simple intoxicación alimenticia, como así también a los hectolitros de caipiras que veníamos consumiendo dia y noche desde que pisamos Copacabana.

El clima había cambiado, de eso no había duda alguna. Los 40 grados de temperatura de fines de Febrero se habían transformado en 20 durante el dia, y escasos 5 durante la noche. Estaba claro que si bien ya-presuntamente-podríamos haber estado transitando el mes de Abril, nos encontrábamos bien al Sur. Lo otro que se podía aseverar era que el agua seguía siendo bien salada, con lo cual a mi casi no me cabían dudas que nos habíamos pasado de largo la entrada al Río de La Plata. Marcelo, quien se creia -y en realidad era- un eximio navegador, hacia ya diez días que juraba una y otra vez que el olor a lobo marino que había sentido en aquella guardia era sin lugar a dudas de Mar del Plata. Por supuesto que la barra intentó cachetearlo reiteradas veces, como para que no siguiera hablando estupideces. Creo que la ceguera general lo benefició, puesto que lo único que logramos cachetear fueron la botavara y el stay popel..Un dia que recuerdo a la perfección fue aquel en el que nos azotó esa tormenta de viento y granizo. Me gustaría poder afirmar que dia, a que hora, de que dirección provenía el viento, etc.…pero nada de eso fue posible. Sin poder ver absolutamente nada, enviamos a Paco a la proa a arriar el G3 y a posteriori izar el tormentín (meses después nos daríamos cuenta que lo que Paco había izado era el Gomon desinflado que llevábamos bajo cubierta en proa..). Por suerte la rosca duro solo un par de días, y a excepción del considerable frío que pasamos, los pequeños avatares fueron manejados sin mayores consecuencias.
Ya habíamos perdido la noción del tiempo. Solo sabíamos que el agua seguía siendo salada (y fría!), y estimabamos que la temperatura rondaba en cifras negativas.Lo más duro era recordar los cálidos atardeceres en Copacabana, los partidos de fuchibol en Leblón, las agitadas noches cariocas….todo eso parecía ahora haber quedado en el olvido. Ninguno de nosotros sabía si alguna vez iba a ver todo eso nuevamente; en realidad, ninguno estaba seguro de si íbamos a volver a ver. Yo seguía convencido de que las Caipiras que había preparado el Negro al salir de Río eran las culpables de nuestra ceguera. Esta idea era avalada por dos simples hechos: 1) Todos empezamos con descompostura y visión borrosa después de ese ágape de etil y limón, 2) el Negro, quien se caracterizaba por “catar” los tragos que preparaba en forma obsesiva antes de servirlos a sus amigos jamás apareció después de esa noche. Al principio pensamos que el copete le había pegado mal, y su ausencia se debia a una resaca algo prolongada, pero después de un par de semanas terminamos por aceptar que seguramente se había caído accidentalmente al mar esa noche (de haber caído dentro del barco, el olor al pasar los días nos hubiera hecho sospechar..).
La noche que golpeamos contra el iceberg fue sin lugar a dudas la peor. Una pregunta más que válida sería como supimos que era de noche, estando todos ciegos. Bueno he aquí la explicación: A medida que transcurrían las singladuras, íbamos notando que claramente había ciclos de horas en los cuales la temperatura bajaba, para luego volver a subir. De hecho, frecuentemente podíamos sentir el calor del sol, y también cuando éste comenzaba a apagarse. Yo había recordado que mi reloj tenia un cronómetro el cual su alarma sonaba cada hora, con lo cual un dia de sol lo activamos, y contábamos las horas desde que la temperatura empezaba a subir hasta que comenzaba a bajar. A partir de ese momento pudimos tener una idea grosera de los días y las noches, con la clara excepción de los días nublados.Regresando al episodio del témpano contra el cual chocamos, vale aclarar que por suerte el primer impacto fue con el tangón (íbamos en popa contra amurados, con el tangón bien abierto). Este se trabó en la fria maza blanca flotante, y el barco se fue a la orza incrustando la proa y la banda de estribor en el compacto hielo. No se si lo peor fue tratar durante 4 horas de destrabar el barco y alejarlo de la helada roca de agua sólida (por suerte solo soplaban 6 nudos y no había ola!!), o tener que lidiar después con las dos focas y el oso polar que decidieron abordarnos sin permiso en busca de alimento. Claro que si bien podrían haber sido mas de tres los mamíferos piratas , la agudeza auditiva que todos habíamos adquirido después de tantos meses de ceguera, nos decía con certeza que ese era el numero en cuestión. Después de minutos eternos de pánico, alaridos desgarradores y malabares diversos, los visitantes encontraron algo de comida que se encontraba tirada en el cockpit, y decidieron abandonar la nave en búsqueda de sus hogares. El saldo material del infortunio no excedió de un tangón roto, un par de candeleros de la banda de estribor doblados, una cubierta peilgrosamente resbaladiza (una de las focas claramente tenía diarréa, y se encargó de que lo notáramos por semanas), y un "bichero" roto, cuya parte terminal creemos quedo incrustada en el cuerpo de alguno de los fugazes polizones. Lo mas preocupante eran las heridas que la breve, aunque imaginablemente intensa confrontacion habia dejado entre nosotros.El episodio había creado un esperado, aunque dramático choque contra la cruda realidad. Los sonidos que escuchamos esa noche abordo eran de focas, y los rugidos, sin dudas los de un oso. No hacia falta unir mas de un par de piezas de este endemoniado rompecabezas para visualizar que ese alarido de oso, no podía ser otro que el de uno polar; ergo, estábamos más cerca de lo que pensábamos de la fría y desolada Antártida!La desesperación nos habia invadido a todos. Ya quedaban escasa comida y agua. Dos personas estaban desaparecidas desde hacía días, y a otra el oso polar le había arrancado de cuajo su brazo derecho. El frío se habia apoderado de nosotros, y ya sin velas, el barco se encontraba completamente a la deriva. Ya no habia esperanza. Siquiera hablábamos entre nosotros. La desolación nos habia invadido al unísono, y en forma tácita esperábamos lo inevitable sin la menor resistencia. No habia dudas que el final ya estaba entre nosotros.

  Paco fue quien me despertó violentamente. Recuerdo aun sentir su mano zamarreando mi hombro y pensar que se trataba de la mismísima Parca invitándome al temido viaje sin regreso. Abrí los ojos y pude ver los suyos, inyectados en sangre y pestañeando en forma desesperada, tratando de limpiar de sus conjuntivas las gotas de sudor que caían de su frente. El calor asfixiante en la cabina, mezclado con la intensa cefalea que yo padecía se hicieron casi imperceptibles al darme cuenta de que habia recuperado la visión.

-Que paso? Fue lo primero que se me ocurrió preguntar.
- El Negro-exclamo Paco con voz afónica- Se le acabó el Velho Barreiro, y decidió continuar preparando Caipiras con el alcohol de los compases de navegación. Rompió tres! El central del timón, y los dos de las bandas, los que están sobre cubierta.
-No te puedo creer!-dije sin entender aun bien que estaba pasando.-Pero esta loco? –proseguí-Eso es alcohol metílico!
-No solo eso-continuó Paco-La ensalada de frutos de mar que cenamos, en vez de perejil y ajo, la mezclo con Peyote y Ayahuasca. El viaje que nos pegamos no tiene antecedentes. Estamos vivos de milagro!
-Y los demás?
-Están todos bien, medios mareados y aun con resaca, pero dentro de todo bien. 
-Donde estamos?
-En Río! En el Yacht Club. Donde vamos a estar? No te acordás de la entrega de premios? Fue hace tres días.
-Tres días?
-Si!, tres días. Hace tres días que estamos desmayados en el barco. Por eso digo que estamos vivos de milagro. Con mas de 50 grados de temperatura, de no ser por un brasuca que pasaba por la marina y se le ocurrió ver que pasaba, no la contábamos.
-Y el Negro?
-El negro está bien. Aunque en cuanto lo agarre, lo mato! Por su culpa estamos como estamos.

Bebí casi dos litros de aguas casi sin respirar. Aun no tenia apetito. El dolor de cabeza empezaba a aumentar nuevamente. Solo quería ducharme y tomar el primer avión de vuelta a Buenos Aires. Ya había tenido suficiente carnaval Carioca, al menos por ese verano.Regresé al barco después de bañarme con agua tibia por más de una hora. Lo habría hecho con agua helada, puesto que me encontraba al límite de la hipertermia, pero el recuerdo del frío que había sufrido recientemente me lo impidió. La caminata por el muelle fue lenta, sin apuro alguno. Estaba aun confundido , y trataba con un esfuerzo sobrenatural de comprender con exactitud lo que había pasado. Frecuentemente solía tener pesadillas, pero ninguna habia sido tan vívida como ésta. Al fin y al cabo estabamos a salvo y el barco no habia abandonado la marina, asi que era cuestión de aceptar que todo habia sido un mal sueño.


Al aproximarme lentamente al barco luego de mi refrescante ducha noté una multitud que lo rodeaba. Oficiales uniformados estaban a bordo, y mientras un par interrogaban a Paco, el Negro y Marcelo, otros 5 bajaban del barco con una bolsa grande, muy grande, construida en algun material color negro. Los rostros fruncidos de los que la acarreaban daban a entender que lo que llevaban dentro era algo pesado.
-Puta que pareu! Dijo uno de los oficiales de policía mientras pasaban por mi lado.-Uma fouka e um oso polar dentro do veleiro, no meio do Río. Estos rapazes estan em problemas!
Miré de reojo y pude apreciar como de la bolsa de arpillera oscura asomaba la cabeza sin vida de un oso polar. De su ojo izquierdo sobresalía la punta quebrada de un bichero, y de su boca restos de lo que parecía una mano humana. Como un acto reflejo, gire sobre la marcha y me aleje rápidamente del barco y acto seguido del club. Detuve al primer taxi que vi pasar.

-Bon dia-dije con mi mejor acento carioca-Ao Galeao!
-Boas tardes! Me corrigió el taxista. Que companhia aérea?
-Aerolineas Argentinas- dije sin basilar. Sabia que Aerolíneas tenia mas de un vuelo diario a Buenos Aires, pero especialmente uno de tarde a Ezeiza en el cual viajaba poca gente, antes de seguir hacia su destino final a Nueva Zelandia. Si bien el pasaje era carísimo, no me importaba pagar con tal de viajar lo antes posible.
-Aerolineas Argentinas? Pregunto retóricamente el conductor antes de proseguir entusiasmado- A Aerolíneas Argentina foi a primeira companhia aérea a realizar um vôo transpolar numa viagem entre Buenos Aires e Auckland. O senhor vai pegar o transpolar?
Decidí no contestar la ultima pregunta y fingir dormir todo el viaje hasta el aeropuerto. Fué la ultima vez que visité Río.


OC, 12 de Diciembre de 2009.

miércoles, 27 de mayo de 2009

El gran conejín


A veces no puedo evitar jugar con mi mente, sabiendo inclusive de antemano que voy a perder en forma inexorable. En ocasiones me pregunto como puede ser posible, por ejemplo, que el niño prodigio, el estudiante aplicado, el buen padre de familia, pueda repentinamente dejar en el olvido todo eso, dejar de ser el Dr. Jekyll, a quien sus pacientes y amigos respetan y admiran, y sorpresivamente convertirse en el peligroso Mr. Hyde por el solo hecho de estar presente en el lugar indicado, con la gente apropiada y en ese instante preciso. Claro que esto no es nada nuevo. No en vano el escocés Stevenson escribió la novela de este médico que por las noches se transformaba en una abominable criatura llamada Edward Hyde, quien cometía los más atroces crímenes. Stevenson, en forma exagerada aunque por cierto brillante, introducía a sus lectores el mundo de las personalidades duales, o lo que en la psiquiatría americana se conoce como "split personality". Si bien -como casi todo en la vida- ciertos rasgos de la personalidad son comunes y no considerados patológicos, esta delgada línea que divide lo 'normal' de lo 'anormal' es a veces difícil de trazar. Porqué esta introducción? Sencillamente porque es cuando ingreso en estas imprecisas fronteras que separan el bien de el mal, lo correcto de lo incorrecto, lo gratificado de lo castigado; es ahí cuando cada día me sorprendo más de nuestra existencia.

En un país no tan lejano, hace tiempo, y con protagonistas que no necesariamente existieron, una anécdota se hizo presente en mi imaginación. Una historia que si bien nunca ocurrió, podría ocurrir. Una fantasía en la cual ningún ser humano (que se digne de ser llamado tal) aceptaría haber participado. Una ficción que sólo se convierte en realidad cuando entro en esa nebulosa de fantasías y juegos perversos con los cuales mi memoria se funde con mi inconsciente tratando ambos de que una vez más, trace esa línea divisoria entre el bien y el mal..

La regata se había largado aquella mañana de Enero desde una conocida ciudad balnearia uruguaya. La competencia duraría gran parte del jornal, llegando ese mismo día de tarde y regresando el siguiente. El puerto de llegada, situado a unas cuantas millas al Norte, si bien por aquellos tiempos pretéritos no era tan turístico como en el presente, ya poseía un cierto atractivo, producto de estar rodeado por tan buenas playas como las de Punta, pero con una mucho menor densidad poblacional. El paraje era realmente hermoso y me resulta difícil definir objetivamente la causa. Quizás era el contraste de haber estado horas atrás en una urbe repleta de autos modernos, carteras Prada y lentes Versace, una ciudad en donde la presión de estar vestido impecablemente se hacia sentir desde el amanecer; y ahora por el contrario entrar en un pueblo con un tempo más lento, menos demandante, más apacible, en donde los únicos colores que sobresaltaban eran los de la naturaleza, en donde no se podían distinguir las marcas de las ropas en sus habitantes. Era como ingresar en el túnel del tiempo y transportarse unas cuantas décadas atrás, cuando la gente vivía sin apuro, cuando las urgencias estaban representadas por los fideos que se pasaban de cocción o el calefón que se apagaba mientras uno se duchaba despues de jugar toda la tarde al futbol con amigos.

En el poblado ese año, en una suerte de descampado cerca del puerto, y con propósito de agasajar a los sedientos participantes de la regata que venían con el ritmo "Moby Dick" en sus venas, se había organizado una suerte de asado de bienvenida. La tarde, realmente digna de ser retratada y el viento del Este que había calmado no sin antes arrastrar con él la alta temperatura agobiante, ayudaban a que la digestion fuera menos lenta. Unas cuantas mesas improvisadas a la ligera, pero bien provistas de cervezas y anécdotas de la regata, sumado a otros cuentos que de por si hubieran resultado aburridísimos al ser narrados en otra situación temporoespacial, entretenían a este grupo de personajes quienes trataban con esmero bajar de frecuencia y dejarse llevar por la paz reinante en la atmósfera. Era aún muy temprano para pensar en la noche, pero muy tarde para algún plan diurno alternativo, lo cual indefectiblemente dejaba tácita la posibilidad de entregarse al ocio; algo que en determinadas circunstancias puede ser extremadamente peligroso, puesto que como un viejo amigo alguna vez dijo, "El ocio genera pelotudez".

A unos cuantos metros de donde se festejaba esta hermosa sobremesa de jóvenes deportistas transcurría otra reunión, la cual nada tenia que ver con la regata. Lo que ocurría era algo mágico. No recuerdo si se trataba de una colonia de vacaciones, un cumpleaños infantil, o una Kermesse local; lo cierto es que un centenar de niños, acompañados en su mayoría por sus respectivos padres, se acomodaban en una especie de precario teatro al aire libre. Las caras de juguetería no eran sólo las de los niños; muchos padres también estaban felices al poder compartir junto a sus hijos tan preciado evento rebozante de paz, amor y camaradería. El escenario era una tarima hecha de madera barata y liviana, la cual se elevaba unos cuantos centímetros por encima de las cabezas del publico. En él, una escenografilla construida seguramente por gente no dedicada al arte, pretendía simular una suerte de granja idílica, en donde hombres y mujeres de distintas edades disfrazados de animalitos, jugaban y realizaban las clásicas tareas rurales. Si la memoria no me engaña, uno de los protagonistas era una suerte de conejo gigante, al cual los demás llamaban "el gran conejín". Este simpático animalito, de movimientos torpes, pero al mismo tiempo afeminados, pregonaba lo ejemplar y gratificante que resultaba el trabajo en la granja, la buena relación con los amigos, el respeto al prójimo, y todas esas demás buenas costumbres las cuales suelen ser parte de nuestra escencia mientras transitamos la juventud, y que se van extinguiendo lentamente a medida que uno va curtiendo su piel al ser expuesta en forma persistente a esa suerte de maratón cotidiana que algunos llaman vida.

Los demás animalitos de la obra asentían y aplaudían cada vez que el obsoleto roedor hacia tal o cual tarea, o mencionaba tal o cual frase, entonando una canción también improvisada que decía algo así como "Que lindas las mañanas del gran conejín, todas los días nos riega el jardín". Con el correr de las horas, la reiterativa canción sonaba cada vez más aburrida y desafinada, el pelotudo conejo más amanerado y hasta casi insoportable, y los padres como que ya cansaban al repetir los entupidos estribillos generados por esta suerte de frustrados actores. "Que lindas las mañanas del gran conejín, todos los días nos riega el jardín", una y otra vez, cada escasos minutos. Lo que al principio parecía un acto bondadoso, repleto de afecto y ternura, se iba transformando de a poco en una farsa cursi, cuasi insultante para todo oído que durante los últimos días había estado expuesto las 24 hs al Rock & Roll, House music y Reggae.

No hacía falta tener mucha imaginación para entender que al no haber ningún otro tipo de atractivo en varias millas a la redonda, y siendo la única alternativa volver al barco a tomar mates o dormir hasta la noche (la cual no prometía más que una cena tranquila en algún restaurante improvisado), la gente de a poco iría acercándose al escenario, como premeditando la idea de que con cierta modificación sutil, el ridículo numero infantil se podría llegar a convertir en algo un poco más entretenido. Es sumamente interesante observar como el ser humano, ante una situación sin posibilidad de escape (o en este caso menos dramático, sin otro atractivo presente alrededor), decide hacerse cargo de la situación reinante, y modificarla a su conveniencia de tal forma que cumpla con los requisitos básicos que él demanda en ese momento. Esta conducta, que a primeras parece tan obvia, es nada más ni nada menos (por cierto en menor escala) la premisa detonante de eventos ulteriores responsables de casi todas las catástrofes que se conocen en la historia de la humanidad.

Al principio las familias espectadoras sonreían al ver a estos jóvenes sentarse a sus alrededores. Hasta creo que los movimientos de los paupérrimos actores mejoraron sustancialmente al alucinar que el aumento del público se debía a un legitimo reconocimiento de sus dotes actorales. Lo que comenzó con risas sutiles y prosiguió con carcajadas algo prolongadas para lo esperado por ciertas escenas, fue de a poco tomando matices más sombríos, tonos menos familiares, sabores agrios. Algo difícil de explicar flotaba en el ambiente y anunciaba que aquel tranquilo paraíso había dejado de ser tal para convertirse en la antesala del infierno. La vigesimoquinta vez que el público comenzó a entonar la maldita canción "que linda las mañanas del gran conejín..", los ya ebrios tripulantes terminaron la estrofa agregando al unísono .."todos los días se traga el balín". A partir de ese instante, los únicos lucidos fueron los padres que, poseedores de una gran visión futurista, decidieron rápidamente retirarse con sus hijos del evento. El resto de los presentes, quienes ya sea por pretender ser más complacientes o simplemente por descuido, decidieron prolongar su estadía en el pequeño ágape, fueron espectadores esa tarde de algo que se solía practicar en la antigua Roma.

El teatro nació hace siglos con el pueblo, quien históricamente cumplía la función de público espectador, el que a su vez representa lo que se conoce en actuación como "la cuarta pared" del escenario. Desde sus inicios, este público fue tradicionalmente ignorado-por así decirlo- por los actores quienes siempre se concentraban en su obra, sin importar lo que ocurriese fuera del escenario. No voy a entrar en detalles acerca de las causas que llevaron a la caída del imperio Romano puesto que -lejos de ser yo un experto en el tema- generaría controversias que están más allá de las intenciones de esta narrativa. Solo a manera ilustrativa y con fines meramente comparativos, recordaré que fue el mismo emperador de Roma, a quien ese "ocio creativo" (el mismo que genera pelotudez!) por el que estaba invadido lo impulsó a ahondar en nuevas vías de divertimento para su gente. El efecto sólo transitorio que tuvo la participación directa del pueblo en las obras teatrales (derrumbamiento metafórico de la cuarta pared), culminó con lo que se conoce como el circo romano, en donde los actores terminaron siendo victimas del mismo pueblo. Siglos después, a miles de kilómetros de distancia, y en proporciones muchísimo más pequeñas, estábamos a punto de presenciar en minutos, lo que en otros tiempos a la historia le llevó décadas lograr.

-"Que lindas las mañanas del gran conejín, el trolo de mierda se traga el balín". Creo que esa fue la última vez que oímos el ya no tan obsoleto estribillo. Como Marabuntas hambrientas, el grupete de inadaptados trepó al precario escenario y decidió al unísono que había que satisfacer al emperador (?) y tomar parte en la obra. Los novatos actores trataban de ignorar el hecho de que la cuarta pared había sido derribada, y que ahora eran ellos los que estaban en el circo romano, a merced de los leones. En escasos segundos, el escenario comenzó a fracturarse, las precarias columnas y adornos a derrumbarse, y en sólo un instante la granja, los leones, el pueblo y por sobretodo el pelotudo conejón se hundieron quedando tapados por pedazos de madera rotos y baratos adornos de papel creppe. Los padres presentes corrían a tomar a sus hijos en brazos y abandonaban el predio desesperados. Los actores, con una mezcla de frustración e indignación, se retiraban también, aunque a paso más lento del área. Los únicos que trataban de proseguir con la obra -por cierto ya sutilmente modificada-, era esta barra de inadaptados quienes pretendían dar forma a algo que ya no la tenia. Estrofas como -Conejoooo, no tenes aguanteeee, conejoooo, sos un vigilanteeee!!- o peor aún - Conejo conejoria, agarrame esta zanahoria- anunciaban el inminente final del espectáculo, la cual había quedado a merced de unos pocos desaforados quienes se esforzaban por poner en escena una suerte de orgía/violación de lo que quedaba del disfraz de conejín.

Un dia después, todo había quedado en el olvido. La nueva Roma con sus impecables habitantes vestidos por Prada y Versace daban la bienvenida nuevamente a este grupo de Dres. Jekyll quienes cuales emperadores regresaban victoriosos de la última regata del campeonato y se preparaban para retornar a la rutina luego de lo que había sido una semana de divertimento y regocijo. Conejín, la antigua Roma, y por sobretodo Mr. Hyde, habían quedado sepultados en aquel ya lejano verano, el cual se haría presente en forma cíclica a manera de anécdota lejana, en alguna que otra reunión de amigos, ya cuando el vino y otros cuentos son reemplazados nuevamente por el ocio.

OC, Mayo de 2009

domingo, 19 de abril de 2009

Deportes en el recuerdo.

Regata Olivos-Floria, 1986. Califa. Se notaba la influencia "Dire Straits" en la tripu.

Servilleta de "Chez Moi" con su logo (principio de los 80's)
Cortesia del Gringo Polci.



Regata Buenos Aires-Rio de Janeiro. 198..
Gran Califa. Eramos tan jovenes...

domingo, 29 de marzo de 2009

Pegasus





La noche era cálida y cerrada. Arrastraba ese dulce y húmedo aroma que emana de las plantaciones de algodón después de las lluvias estivales. La densa oscuridad sólo se veía interrumpida ocasionalmente por algún brillo de luna que acechaba de tanto en tanto, como para pintar una imagen instantánea de aquel dinámico paisaje. En el horizonte, un apenas perceptible resplandor rosáceo anunciaba la inminente llegada de un nuevo día.

Como cada madrugada en su rancho de Alabama, Caroline se encontraba pronta para otra jornada de trabajo. Su rostro reflejaba ese interesante matiz contradictorio de la tranquila y a la vez dura vida de campo. Era imposible adivinar su edad. Si bien las arrugas en su piel delataban que su adolescencia había quedado décadas atrás, sus ojos aún irradiaban esa mezcla de ingenuidad y optimismo característicos de la juventud. Sin embargo, un dejo de preocupación se hacia evidente en su rostro...

En un par de horas más otro pesado y largo jornal comenzaría, pero a ella no le importaba trabajar duramente todo el día. Si bien con suerte la cosecha solo alcanzaría para cubrir el alimento para los animales y la pintura del establo, ella había aprendido a vivir del algodón desde que su padre le enseñara todos sus secretos cuando niña, y era feliz haciéndolo. Lo que le molestaba no era eso..

A unas 300 yardas al Este de su casa, junto al molino, yacía el viejo establo. Si bien había sido construido por su abuelo más de 50 años atrás, su mantenimiento a lo largo de los años se había logrado gracias al obsesivo trabajo de ella. La pintura de color verde oscuro estaba en óptimo estado, y los dos grandes portones de color blanco inmaculado, cerraban con la precisión de una caja de seguridad suiza.

En las últimas semanas algo había alterado la paz de aquellas silenciosas noches campestres. Desde hacia días los relinchos proveniente del establo no le permitía conciliar el sueño. Pegasus, su fiel caballo y compañero inseparable de trabajo de toda la vida, estaba comportándose en forma extraña. Si bien Caroline podía no darse cuenta de las desapariciones nocturnas de Jonathan, su marido; o no percibir los cambios de conducta bizarros en su hijo adolescente, Jim; ella conocía a su caballo como a nadie y podía asegurar que algo, sin lugar a dudas, molestaba al blanco corcel.

Pegasus no era un caballo común y corriente. Caroline aún recordaba aquella primavera de 1987, cuando de repente una tarde Pegasus comenzó a revolear la cola como las aspas de un molino. Ella rápidamente pudo advertir que no se trataba del típico movimiento oscilante y arrítmico con el cual los caballos espantan a las moscas de sus traseros. Esa vez la voluminosa cola giraba rápida e ininterrumpidamente, con el preciso ritmo de un metrónomo. Al mismo tiempo su cabeza giraba hacia atrás, sus ollares se dilataban, y un relincho corto, pero penetrante irrumpía el silencio de la tarde, mientras sus oscuros ojos trataban de advertir algo. Minutos mas tarde, su campo al igual que otros vecinos era azotado por un feroz tornado, el cual destruiría gran parte del condado y dejaría a varios rancheros al borde de la bancarrota.

En otra oportunidad Pegasus irrumpió en la casa a la hora de la cena, e introduciendo su hocico en la pileta de zinc de la cocina resopló una y otra vez, creando grandes borbotones y salpicando con agua a todos los presentes. Inmediatamente después, abandonó la habitación y se dirigió a pleno galope hacia el rancho vecino. Por supuesto que ese comportamiento inusual hizo que Caroline al igual que el resto de los sorprendidos comensales lo siguieran, hasta descubrir atónitos que en el tanque australiano situado al lado del casco de la estancia de los Bridgestones, el pequeño Tommy de solo 3 años jugaba peligrosamente al borde de la piscina. Una vez más, Pegasus había anticipado una tragedia, esta vez salvando una vida y por ende ganándose el respeto de todo el poblado.

La noticia acerca de la virtud que poseía el singular equino se esparció rápidamente por los alrededores. En el bar de Ozzy, lugar en donde los lugareños se reunían a menudo por las noches, las historias de Pegasus crecían en forma exponencial. - A ese caballo lo han visto manejando la Ford Bronco de Jonathan-, decía Mike. - Eso no es posible- exclamaba Willie. -Bueno...no dobla aún, pero en línea recta puede manejar unas cuantas yardas-, se defendía Mike, ofendido por haber alguien puesto en tela de juicio lo que el había dicho. Michael Anastasios Fortuin, o simplemente "Mike", era el hijo de un matrimonio compuesto por un padre inmigrante franco-británico y una madre de origen griego. Si bien sus padres se habían esforzado en brindarle una muy buena educación, enviandolo a las mejores escuelas y colegios de la region, Mike se había entregado al alcohol y al juego compulsivo, luego de fracasar repetidamente en su intento por ser veterinario. Era conocido en el pueblo por inventar historias inverosímiles. Pero no se trataba solo de las historias de Mike. Otros aseguraban haber visto al caballo volar de madrugada, desplegando grandes alas, y así espantando a los cuervos de las plantaciones de maíz vecinas. -Por que se creen que se llama Pegasus?- preguntaba Ann Marie, maestra rural y una de las pocas personas cultas del poblado, haciendo gala de su conocimiento mitológico, mientras el resto la miraba desconcertadamente.

Historias como estas no le beneficiaban en nada a Caroline, quien muchas veces tenia que interrumpir su labor para atender a vecinas, quienes solicitaban tener una entrevista con el caballo para preguntarle a éste si sus hijas estaban embarazadas, si iban a ganar la lotería, o bien para saber cuan buena iba a ser la cosecha ese año.

Como suele ocurrir en estos pequeños pueblos, un dia granizó sin que Pegasus lo advirtiera, toda la cosecha de la zona se perdió y los lugareños quisieron descuartizar vivo al caballo e incendiar el rancho de los Mackenzie. Por suerte Jonathan y su hijo pudieron alejar al caballo por la puerta trasera del establo y ocultarlo en la vieja mina de carbón abandonada, localizada a unas 10 millas del rancho. Mientras tanto Caroline, en el casco de la estancia, utilizando su mirada inocente, convidaba limonada a los enfurecidos vecinos con el fin de apaciguar los ánimos. Al poblado se lo engañó asegurando que el granizo había espantado al animal y que nunca más se supo de su paradero.

Luego de un par de semanas, todo el mundo había olvidado a Pegasus. Jonathan y Jim lo trajeron nuevamente al rancho, le tiñeron la cola y las patas de negro para así evitar fuera reconocido, y esparcieron la noticia que habían adquirido otro ejemplar de cuadrúpedo similar al anterior, el cual habían hecho traer de Kentucky.

Pero Pegasus ya no era el mismo que antes del incidente del granizo. Caroline no sabía si era fruto del tiempo que estuvo escondido en la mina, la pintura en las patas, o algo más que ella ignoraba; pero lo cierto es que el comportamiento de Pegasus, especialmente durante las noches, era preocupante.

Faltaba solo una hora para el amanecer y la noche parecía estar como acostumbrándose de a poco al día. Los relinchos provenientes del establo habían cesado. Ahora que pensaba más detenidamente, el comportamiento de Pegasus durante el día tampoco era el mismo que antes. Claramente esto ultimo era más sutil, pero ella había notado que su paso era más desincronizado, hasta el trote no era el mismo: había perdido velocidad y destreza. Que le pasaría a Pegasus?

Cuando niña, su padre le había traído a Pegasus, cuando aún era un potrillo. Recordaba lo mucho que le costo entenderse con el al principio, y como de a poco fue entrando en confianza con el animal hasta hacerse prácticamente inseparables. Claro que luego de la fiebre equina que contrajo el joven potro aquel verano del 62, las cosas cambiaron. A Pegasus lo tuvieron que aislar en un galpón alejado, para evitar que contagiara aquella enfermedad, hasta entonces no muy conocida. Solo el padre de Caroline lo visitaba, llevándole agua, avena y pastura. Ella pensaba que iba a morir. Estuvo deprimida durante semanas, sin siquiera comer. A veces imaginaba que otros animales eran Pegasus, y en medio de la noche salía en camisón persiguiendo gallinas, a veces zorros, otras veces fantasmas que solo existían en su imaginación. Varios médicos de diversas especialidades fueron consultados. Se arribó a la conclusión que Caroline padecía una depresión reactiva, producto de la inminente perdida de su querido caballo.

De repente, luego de largas y angustiosas semanas, un día su padre le dio la buena noticia: Pegasus estaba mejor. Si bien ya no seria el veloz caballo de antes, podría ayudarla en la siembra, tirando un arado no muy pesado, y hasta galopar de vez en cuando. Caroline recobró su ánimo. Se levantó de su cama, y empezó de a poco a recobrar vida. Desde aquel momento, ella y Pegasus fueron inseparables nuevamente. Lo que Caroline nunca había entendido, era como Pegasus, quien había nacido en 1948, aún siguiera vivo. Ella tenia entendido que los caballos Vivian 20, 30 años, un poco más tal vez, pero jamás había oído de un caballo de 60 años. Tal vez la enfermedad lo había inmunizado contra otras. Tal vez era el cuidado y amor que ella le había propiciado a lo largo de estos años lo que lo mantenia vivo. Pero lo que le molestaba no era eso, sino que su fiel compañero se comportaba extrañamente. Habría llegado Pegasus al final de su camino? Seria coincidencia el episodio del granizo, y la realidad que Pegasus estaba realmente viejo y enfermo? pero porque semejante cambio drástico reciente?

Una tarde, mientras recorría las tiendas del pueblo, Caroline escucho a Lorraine, esposa del banquero del pueblo, contarle a otra mujer que en el campo de los Tompkins habían encontrado a una de sus vacas lecheras sin vida. Al parecer el animal había sido atacado misteriosamente en el cuello, y desangrado. No pasaron mas de un par de minutos hasta que Caroline asociara ese incidente con el comportamiento de Pegasus: sin lugar a dudas, Pegasus había sido atacado por vampiros, seguramente mientras habia estado oculto en la vieja mina, y ahora estaba experimentando la metamorfosis que atraviesan todos aquellos que son atacados por esas desagradables criaturas nocturnas. Ella lo había visto en innumerables películas y documentales. No había dudas! Seguramente el primer contacto con estos despreciables chupasangres había tenido lugar en la mina de carbón, y ahora el pobre Pegasus seguía siendo atacado cada noche en el establo. Eso explicaba los ruidos nocturnos provenientes el establo. Tambien justificaban su andar lento. La anemia lo habia debilitado a punto tal que ya no podia siquiera tirar del mas liviano de los arados.

En un instante, todo pareció de repente cobrar sentido y en su mente, y Caroline empezó a tramar un plan. Sabia que debía salvar a Pegasus, si es que ya no era demasiado tarde. Ese mismo amanecer, antes que aclarara del todo, encerró a Pegasus en el establo, lo amarró firmemente y comenzó a fregar su lomo enérgicamente con agua de ajo, la cual tambien le hizo beber; luego le hizo enemas con la misma, mientras clavaba crucifijos sobre todas las paredes del establo. Sobre el lomo del animal, pintó una gran cruz, y con otros crucifijos de hierro mas pequeños, calentados previamente al fuego hasta estar incandescentes, marcó la piel del animal, para que de esa manera quedara protegido en forma permanente de los vampiros. Esas medidas, sin dudas, tenían que funcionar. Ella lo había visto todo por televisión.

Súbitamente, el caballo empezó a emitir sonidos desgarradores que hasta parecían humanos. Luego comenzó a patear enfurecido hasta desatarse y destrozar la puerta del establo. Se arrojó al piso y se retorció como una serpiente en llamas hasta que de repente, su piel comenzó a agrietarse justo por debajo de la base de su cuello. Al mismo tiempo, los cuartos traseros se separaron del resto del cuerpo, y una mano con forma humana se asomó a través de su orificio anal, mientras otras dos afloraban de su pecho. Caroline, sin casi tiempo para reaccionar, casi perdió el conocimiento al ver tan repugnante escena.

-Esto es inaguantable! -exclamo Jim, mientras salía de adentro del caballo.

-Te lo dije padre, esto no iba a funcionar. Que me mojen con agua, vaya y sea, pero el enema de ajo...eso si que no lo voy a tolerar..y la cruz caliente en la espalda..esto es inhumano! Llego el momento de decirle a mama la verdad.

Caroline estaba petrificada. Aun no entendía que hacían su hijo y su marido saliendo del interior de su querido corcel.

-La historia es larga, Caroline-, se animo a decir Jonathan mientras vomitaba el agua de ajo.-Te acuerdas esa vez que Pegasus estuvo enfermo? Bueno, en realidad él murió de fiebre equina; pero tu padre contrató algunos peones para que simularan ser Pegasus, temiendo verte morir de tristeza a ti. Tom, hizo un buen trabajo preservando la piel original. Al principio fueron los hermanos Russell los que cada dia simulaban ser Pegasus. Ellos trabajaban en el circo de Memphis representando un número en el que hacían algo similar, pero luego se cansaron y siguieron otros. así muchos fueron tomando el lugar de Pegasus a lo largo de los años. Antes de morir, tu padre me hizo prometerle que yo seguiría manteniendo esta ilusión viva, y así lo hice. La semana pasada, después del incidente del granizo, los dos peones que venían manteniendo a Pegasus con vida desde hace 7 años, renunciaron. Según ellos las responsabilidades iban creciendo, y ya no aguantaban la presión psicológica. Uno de ellos era medio vidente, y quería probar suerte tirando el Tarot en la ciudad. Por otro lado, el estar tres semanas aislados en la mina no fue del agrado de ninguno de los dos. Ni siquiera ofreciéndoles un aumento accedieron a quedarse. Desde entonces Jim y yo hemos tratado de seguir con este engaño hasta conseguir nueva gente, pero ha sido muy difícil. Mi renguera me impide trotar, y por otro lado Jim ha estado bebiendo mucho últimamente con sus amigos, dificultando las cosas en mayor grado. Imagínate lo difícil que se nos hace mantener esto. Tratamos de practicar durante las noches, pero terminamos por lo general discutiendo y gritando. Según tu hijo yo troto en forma muy lenta, lo cual es verdad, pero es que a mi siempre me gusto el trote ingles. El en cambio viste como es, siempre se llevó las cosas por delante, siempre al galope...

Lo siento mucho Caroline. Lamento que haya llegado este dia en el cual tengamos que destruir tu ilusión, pero Jim tiene razón. Es hora de afrontar la realidad. Pegasus no existe. El murió hace años.

Con la mirada perdida y casi como sin escuchar la ultima frase de Jonathan, el rostro de Caroline empezó a transformarse. Su piel se arrugó más, como si envejeciera de repente, y su cuerpo comenzó a cambiar de apariencia, triplicando su volumen. Su abdomen se hinchó y rasgó, y su torso entero se agrietó al medio. De su interior, una yegua negro azabache asomó y reptando entre sangre y vísceras, se irguió en cuatro patas como una enorme flor que se abre de su capullo, pero en movimiento acelerado. Lo único que quedaba de la apariencia original de Caroline era el brillo de ingenuidad y optimismo en sus ojos.

Los que ahora estaban petrificados por la desagradable sorpresa eran Jonathan y Jim. No había forma que pudieran asimilar lo que estaban presenciando. El esbelto animal los miró por ultima vez como con un dejo de pena, y se alejó del establo trotando hacia el valle, hasta perderse en el horizonte.

La noche había quedado atrás, y ahora el amanecer perfumaba el rancho con un aroma distinto, menos dulce, más seco. Otro largo jornal de trabajo comenzaba. Pero a diferencia de los últimos 60 años, hoy por primera vez, Caroline y Pegasus no trabajarían...

OC, 9 de Marzo de 2009.