Tragedia en el Rio de La Plata: La revolucionaria manguera de refrigeracion del ultraliviano se tapa con un camalote en pleno vuelo, obligando a su tripulacion a descender en Rio Santiago. Por suerte no hubo victimas fatales que lamentar. Foto tomada en 1905 por Chiche Altamirano.
sábado, 29 de mayo de 2010
Informe Panela: la verdadera historia del famoso faro del Rio de La Plata.
Tragedia en el Rio de La Plata: La revolucionaria manguera de refrigeracion del ultraliviano se tapa con un camalote en pleno vuelo, obligando a su tripulacion a descender en Rio Santiago. Por suerte no hubo victimas fatales que lamentar. Foto tomada en 1905 por Chiche Altamirano.
sábado, 20 de febrero de 2010
Navegando bajo la luz del cometa Halley.
Una vez que tomaban la carnada, era solo cuestión de invitar unos tragos, y casi como desinteresadamente seguir inventando teorías acerca de porque este podría llegar a ser el fin del mundo. Lo demás era cuesta abajo. Un par de teléfonos, llamadas durante la semana para arreglar la hora de la expedición, etc., etc.
La primer partida fue un Jueves por la noche, y por supuesto que no terminó de acuerdo a lo planeado. La tarde estaba nublada, y una de las invitadas empezó a desconfiar de si realmente la expedicion poseia la seriedad que habia sido prometida de antemano. En ese mismo instante, y como para cortar el hielo, el tano, quien se caracterizaba por "no dar puntada sin hilo", solo a los 20 minutos de haber zarpado en el barco, y con 5 Gin tonics arriba, le propuso a su "alumna" que debido a la nubosidad en aumento, la única posibilidad de ver el cometa era acostándose en el triangulo de proa, con la luz apagada, y el tambucho abierto..Si bien al principio la joven con futuro de astronauta accedió, los epítetos emitidos minutos mas tarde provenientes de proa daban a entender que la expedición era un fracaso total. Por supuesto que el plan B (en caso de que ocurriera precisamente esto) que constaba en desconectar uno de los bornes de la batería y acusar motor roto, tampoco llego a buen destino, así que la primer expedición termino siendo un fiasco. Al menos tomamos unas copas entre amigos en el Río, mero hecho que por cierto generaría la envidia de mas de un mortal terrestre. Con el tiempo, si bien algunas expediciones resultaron mas fructíferas que otras, nunca terminamos de saber realmente si el Halley paso o no cerca de nuestra bendita ciudad.
"Chicas mirando el Halley" por Cruz Gonzalez Smith
domingo, 27 de diciembre de 2009
Piratas del Caribe Sur
La tarde ha crecido y es noche
El fuego se enciende, es calor
Piratas amigos beben y brindan
por quienes en esta velada entregarán su valor
El Capitán del Bravura se excede
Pero quien no, en esta noche de fiesta ejemplar
Después de cánticos, licores varios y Ron
Los viejos chinchorros han de abordar.
En el espejo, bruma blanca que apenas deja respirar
Confusión, mareos, botes que zozobrarán
Zarpan jocosos de aquel precario puerto de ultramar
Solo algunos a esa suerte de malón arribarán
Pero aquel capitán nunca llegará a destino
Su imprudencia un amargo costo tendrá
La reposera varada en cancha 4
Bajo la clara luna; su alma, al alba dolerá..
OC
sábado, 12 de diciembre de 2009
Tristeza não tem fin, felicidade sim.
La historia comenzó con esas caipirinhas que preparo el Negro al dejar el Yacht Club do Rio de Janeiro. Aun recuerdo que Paco, uno de los mejores catadores que he conocido, al probar el brebaje exclamó con asombro- Caipirinha?...con que esta hecha? Velho Barreiro no es. Vodka tampoco…Esa frase retumbaba en mi cabeza cada noche. Los camarones en milanesa que habíamos traído también podrían haber estado en mal estado, pero era imposible saberlo, puesto que la descompostura que tuvimos a los pocos días de haber zarpado se podría haber debido a una simple intoxicación alimenticia, como así también a los hectolitros de caipiras que veníamos consumiendo dia y noche desde que pisamos Copacabana.
La noche que golpeamos contra el iceberg fue sin lugar a dudas la peor. Una pregunta más que válida sería como supimos que era de noche, estando todos ciegos. Bueno he aquí la explicación: A medida que transcurrían las singladuras, íbamos notando que claramente había ciclos de horas en los cuales la temperatura bajaba, para luego volver a subir. De hecho, frecuentemente podíamos sentir el calor del sol, y también cuando éste comenzaba a apagarse. Yo había recordado que mi reloj tenia un cronómetro el cual su alarma sonaba cada hora, con lo cual un dia de sol lo activamos, y contábamos las horas desde que la temperatura empezaba a subir hasta que comenzaba a bajar. A partir de ese momento pudimos tener una idea grosera de los días y las noches, con la clara excepción de los días nublados.Regresando al episodio del témpano contra el cual chocamos, vale aclarar que por suerte el primer impacto fue con el tangón (íbamos en popa contra amurados, con el tangón bien abierto). Este se trabó en la fria maza blanca flotante, y el barco se fue a la orza incrustando la proa y la banda de estribor en el compacto hielo. No se si lo peor fue tratar durante 4 horas de destrabar el barco y alejarlo de la helada roca de agua sólida (por suerte solo soplaban 6 nudos y no había ola!!), o tener que lidiar después con las dos focas y el oso polar que decidieron abordarnos sin permiso en busca de alimento. Claro que si bien podrían haber sido mas de tres los mamíferos piratas , la agudeza auditiva que todos habíamos adquirido después de tantos meses de ceguera, nos decía con certeza que ese era el numero en cuestión. Después de minutos eternos de pánico, alaridos desgarradores y malabares diversos, los visitantes encontraron algo de comida que se encontraba tirada en el cockpit, y decidieron abandonar la nave en búsqueda de sus hogares. El saldo material del infortunio no excedió de un tangón roto, un par de candeleros de la banda de estribor doblados, una cubierta peilgrosamente resbaladiza (una de las focas claramente tenía diarréa, y se encargó de que lo notáramos por semanas), y un "bichero" roto, cuya parte terminal creemos quedo incrustada en el cuerpo de alguno de los fugazes polizones. Lo mas preocupante eran las heridas que la breve, aunque imaginablemente intensa confrontacion habia dejado entre nosotros.El episodio había creado un esperado, aunque dramático choque contra la cruda realidad. Los sonidos que escuchamos esa noche abordo eran de focas, y los rugidos, sin dudas los de un oso. No hacia falta unir mas de un par de piezas de este endemoniado rompecabezas para visualizar que ese alarido de oso, no podía ser otro que el de uno polar; ergo, estábamos más cerca de lo que pensábamos de la fría y desolada Antártida!La desesperación nos habia invadido a todos. Ya quedaban escasa comida y agua. Dos personas estaban desaparecidas desde hacía días, y a otra el oso polar le había arrancado de cuajo su brazo derecho. El frío se habia apoderado de nosotros, y ya sin velas, el barco se encontraba completamente a la deriva. Ya no habia esperanza. Siquiera hablábamos entre nosotros. La desolación nos habia invadido al unísono, y en forma tácita esperábamos lo inevitable sin la menor resistencia. No habia dudas que el final ya estaba entre nosotros.
Paco fue quien me despertó violentamente. Recuerdo aun sentir su mano zamarreando mi hombro y pensar que se trataba de la mismísima Parca invitándome al temido viaje sin regreso. Abrí los ojos y pude ver los suyos, inyectados en sangre y pestañeando en forma desesperada, tratando de limpiar de sus conjuntivas las gotas de sudor que caían de su frente. El calor asfixiante en la cabina, mezclado con la intensa cefalea que yo padecía se hicieron casi imperceptibles al darme cuenta de que habia recuperado la visión.
-Que paso? Fue lo primero que se me ocurrió preguntar.
- El Negro-exclamo Paco con voz afónica- Se le acabó el Velho Barreiro, y decidió continuar preparando Caipiras con el alcohol de los compases de navegación. Rompió tres! El central del timón, y los dos de las bandas, los que están sobre cubierta.
-No te puedo creer!-dije sin entender aun bien que estaba pasando.-Pero esta loco? –proseguí-Eso es alcohol metílico!
-No solo eso-continuó Paco-La ensalada de frutos de mar que cenamos, en vez de perejil y ajo, la mezclo con Peyote y Ayahuasca. El viaje que nos pegamos no tiene antecedentes. Estamos vivos de milagro!
-Y los demás?
-Están todos bien, medios mareados y aun con resaca, pero dentro de todo bien.
-Donde estamos?
-En Río! En el Yacht Club. Donde vamos a estar? No te acordás de la entrega de premios? Fue hace tres días.
-Tres días?
-Si!, tres días. Hace tres días que estamos desmayados en el barco. Por eso digo que estamos vivos de milagro. Con mas de 50 grados de temperatura, de no ser por un brasuca que pasaba por la marina y se le ocurrió ver que pasaba, no la contábamos.
-Y el Negro?
-El negro está bien. Aunque en cuanto lo agarre, lo mato! Por su culpa estamos como estamos.
-Puta que pareu! Dijo uno de los oficiales de policía mientras pasaban por mi lado.-Uma fouka e um oso polar dentro do veleiro, no meio do Río. Estos rapazes estan em problemas!
Miré de reojo y pude apreciar como de la bolsa de arpillera oscura asomaba la cabeza sin vida de un oso polar. De su ojo izquierdo sobresalía la punta quebrada de un bichero, y de su boca restos de lo que parecía una mano humana. C
-Bon dia-dije con mi mejor acento carioca-Ao Galeao!
-Boas tardes! Me corrigió el taxista. Que companhia aérea?
-Aerolineas Argentinas- dije sin basilar. Sabia que Aerolíneas tenia mas de un vuelo diario a Buenos Aires, pero especialmente uno de tarde a Ezeiza en el cual viajaba poca gente, antes de seguir hacia su destino final a Nueva Zelandia. Si bien el pasaje era carísimo, no me importaba pagar con tal de viajar lo antes posible.
-Aerolineas Argentinas? Pregunto retóricamente el conductor antes de proseguir entusiasmado- A Aerolíneas Argentina foi a primeira companhia aérea a realizar um vôo transpolar numa viagem entre Buenos Aires e Auckland. O senhor vai pegar o transpolar?
Decidí no contestar la ultima pregunta y fingir dormir todo el viaje hasta el aeropuerto. Fué la ultima vez que visité Río.
OC, 12 de Diciembre de 2009.
miércoles, 27 de mayo de 2009
El gran conejín
A veces no puedo evitar jugar con mi mente, sabiendo inclusive de antemano que voy a perder en forma inexorable. En ocasiones me pregunto como puede ser posible, por ejemplo, que el niño prodigio, el estudiante aplicado, el buen padre de familia, pueda repentinamente dejar en el olvido todo eso, dejar de ser el Dr. Jekyll, a quien sus pacientes y amigos respetan y admiran, y sorpresivamente convertirse en el peligroso Mr. Hyde por el solo hecho de estar presente en el lugar indicado, con la gente apropiada y en ese instante preciso. Claro que esto no es nada nuevo. No en vano el escocés Stevenson escribió la novela de este médico que por las noches se transformaba en una abominable criatura llamada Edward Hyde, quien cometía los más atroces crímenes. Stevenson, en forma exagerada aunque por cierto brillante, introducía a sus lectores el mundo de las personalidades duales, o lo que en la psiquiatría americana se conoce como "split personality". Si bien -como casi todo en la vida- ciertos rasgos de la personalidad son comunes y no considerados patológicos, esta delgada línea que divide lo 'normal' de lo 'anormal' es a veces difícil de trazar. Porqué esta introducción? Sencillamente porque es cuando ingreso en estas imprecisas fronteras que separan el bien de el mal, lo correcto de lo incorrecto, lo gratificado de lo castigado; es ahí cuando cada día me sorprendo más de nuestra existencia.
En un país no tan lejano, hace tiempo, y con protagonistas que no necesariamente existieron, una anécdota se hizo presente en mi imaginación. Una historia que si bien nunca ocurrió, podría ocurrir. Una fantasía en la cual ningún ser humano (que se digne de ser llamado tal) aceptaría haber participado. Una ficción que sólo se convierte en realidad cuando entro en esa nebulosa de fantasías y juegos perversos con los cuales mi memoria se funde con mi inconsciente tratando ambos de que una vez más, trace esa línea divisoria entre el bien y el mal..
En el poblado ese año, en una suerte de descampado cerca del puerto, y con propósito de agasajar a los sedientos participantes de la regata que venían con el ritmo "Moby Dick" en sus venas, se había organizado una suerte de asado de bienvenida. La tarde, realmente digna de ser retratada y el viento del Este que había calmado no sin antes arrastrar con él la alta temperatura agobiante, ayudaban a que la digestion fuera menos lenta. Unas cuantas mesas improvisadas a la ligera, pero bien provistas de cervezas y anécdotas de la regata, sumado a otros cuentos que de por si hubieran resultado aburridísimos al ser narrados en otra situación temporoespacial, entretenían a este grupo de personajes quienes trataban con esmero bajar de frecuencia y dejarse llevar por la paz reinante en la atmósfera. Era aún muy temprano para pensar en la noche, pero muy tarde para algún plan diurno alternativo, lo cual indefectiblemente dejaba tácita la posibilidad de entregarse al ocio; algo que en determinadas circunstancias puede ser extremadamente peligroso, puesto que como un viejo amigo alguna vez dijo, "El ocio genera pelotudez".
Los demás animalitos de la obra asentían y aplaudían cada vez que el obsoleto roedor hacia tal o cual tarea, o mencionaba tal o cual frase, entonando una canción también improvisada que decía algo así como "Que lindas las mañanas del gran conejín, todas los días nos riega el jardín". Con el correr de las horas, la reiterativa canción sonaba cada vez más aburrida y desafinada, el pelotudo conejo más amanerado y hasta casi insoportable, y los padres como que ya cansaban al repetir los entupidos estribillos generados por esta suerte de frustrados actores. "Que lindas las mañanas del gran conejín, todos los días nos riega el jardín", una y otra vez, cada escasos minutos. Lo que al principio parecía un acto bondadoso, repleto de afecto y ternura, se iba transformando de a poco en una farsa cursi, cuasi insultante para todo oído que durante los últimos días había estado expuesto las 24 hs al Rock & Roll, House music y Reggae.
Al principio las familias espectadoras sonreían al ver a estos jóvenes sentarse a sus alrededores. Hasta creo que los movimientos de los paupérrimos actores mejoraron sustancialmente al alucinar que el aumento del público se debía a un legitimo reconocimiento de sus dotes actorales. Lo que comenzó con risas sutiles y prosiguió con carcajadas algo prolongadas para lo esperado por ciertas escenas, fue de a poco tomando matices más sombríos, tonos menos familiares, sabores agrios. Algo difícil de explicar flotaba en el ambiente y anunciaba que aquel tranquilo paraíso había dejado de ser tal para convertirse en la antesala del infierno. La vigesimoquinta vez que el público comenzó a entonar la maldita canción "que linda las mañanas del gran conejín..", los ya ebrios tripulantes terminaron la estrofa agregando al unísono .."todos los días se traga el balín". A partir de ese instante, los únicos lucidos fueron los padres que, poseedores de una gran visión futurista, decidieron rápidamente retirarse con sus hijos del evento. El resto de los presentes, quienes ya sea por pretender ser más complacientes o simplemente por descuido, decidieron prolongar su estadía en el pequeño ágape, fueron espectadores esa tarde de algo que se solía practicar en la antigua Roma.
El teatro nació hace siglos con el pueblo, quien históricamente cumplía la función de público espectador, el que a su vez representa lo que se conoce en actuación como "la cuarta pared" del escenario. Desde sus inicios, este público fue tradicionalmente ignorado-por así decirlo- por los actores quienes siempre se concentraban en su obra, sin importar lo que ocurriese fuera del escenario. No voy a entrar en detalles acerca de las causas que llevaron a la caída del imperio Romano puesto que -lejos de ser yo un experto en el tema- generaría controversias que están más allá de las intenciones de esta narrativa. Solo a manera ilustrativa y con fines meramente comparativos, recordaré que fue el mismo emperador de Roma, a quien ese "ocio creativo" (el mismo que genera pelotudez!) por el que estaba invadido lo impulsó a ahondar en nuevas vías de divertimento para su gente. El efecto sólo transitorio que tuvo la participación directa del pueblo en las obras teatrales (derrumbamiento metafórico de la cuarta pared), culminó con lo que se conoce como el circo romano, en donde los actores terminaron siendo victimas del mismo pueblo. Siglos después, a miles de kilómetros de distancia, y en proporciones muchísimo más pequeñas, estábamos a punto de presenciar en minutos, lo que en otros tiempos a la historia le llevó décadas lograr.
-"Que lindas las mañanas del gran conejín, el trolo de mierda se traga el balín". Creo que esa fue la última vez que oímos el ya no tan obsoleto estribillo. Como Marabuntas hambrientas, el grupete de inadaptados trepó al precario escenario y decidió al unísono que había que satisfacer al emperador (?) y tomar parte en la obra. Los novatos actores trataban de ignorar el hecho de que la cuarta pared había sido derribada, y que ahora eran ellos los que estaban en el circo romano, a merced de los leones. En escasos segundos, el escenario comenzó a fracturarse, las precarias columnas y adornos a derrumbarse, y en sólo un instante la granja, los leones, el pueblo y por sobretodo el pelotudo conejón se hundieron quedando tapados por pedazos de madera rotos y baratos adornos de papel creppe. Los padres presentes corrían a tomar a sus hijos en brazos y abandonaban el predio desesperados. Los actores, con una mezcla de frustración e indignación, se retiraban también, aunque a paso más lento del área. Los únicos que trataban de proseguir con la obra -por cierto ya sutilmente modificada-, era esta barra de inadaptados quienes pretendían dar forma a algo que ya no la tenia. Estrofas como -Conejoooo, no tenes aguanteeee, conejoooo, sos un vigilanteeee!!- o peor aún - Conejo conejoria, agarrame esta zanahoria- anunciaban el inminente final del espectáculo, la cual había quedado a merced de unos pocos desaforados quienes se esforzaban por poner en escena una suerte de orgía/violación de lo que quedaba del disfraz de conejín.
Un dia después, todo había quedado en el olvido. La nueva Roma con sus impecables habitantes vestidos por Prada y Versace daban la bienvenida nuevamente a este grupo de Dres. Jekyll quienes cuales emperadores regresaban victoriosos de la última regata del campeonato y se preparaban para retornar a la rutina luego de lo que había sido una semana de divertimento y regocijo. Conejín, la antigua Roma, y por sobretodo Mr. Hyde, habían quedado sepultados en aquel ya lejano verano, el cual se haría presente en forma cíclica a manera de anécdota lejana, en alguna que otra reunión de amigos, ya cuando el vino y otros cuentos son reemplazados nuevamente por el ocio.
domingo, 19 de abril de 2009
Deportes en el recuerdo.
domingo, 29 de marzo de 2009
Pegasus
La noche era cálida y cerrada. Arrastraba ese dulce y húmedo aroma que emana de las plantaciones de algodón después de las lluvias estivales. La densa oscuridad sólo se veía interrumpida ocasionalmente por algún brillo de luna que acechaba de tanto en tanto, como para pintar una imagen instantánea de aquel dinámico paisaje. En el horizonte, un apenas perceptible resplandor rosáceo anunciaba la inminente llegada de un nuevo día.
Como cada madrugada en su rancho de Alabama, Caroline se encontraba pronta para otra jornada de trabajo. Su rostro reflejaba ese interesante matiz contradictorio de la tranquila y a la vez dura vida de campo. Era imposible adivinar su edad. Si bien las arrugas en su piel delataban que su adolescencia había quedado décadas atrás, sus ojos aún irradiaban esa mezcla de ingenuidad y optimismo característicos de la juventud. Sin embargo, un dejo de preocupación se hacia evidente en su rostro...
En un par de horas más otro pesado y largo jornal comenzaría, pero a ella no le importaba trabajar duramente todo el día. Si bien con suerte la cosecha solo alcanzaría para cubrir el alimento para los animales y la pintura del establo, ella había aprendido a vivir del algodón desde que su padre le enseñara todos sus secretos cuando niña, y era feliz haciéndolo. Lo que le molestaba no era eso..
A unas 300 yardas al Este de su casa, junto al molino, yacía el viejo establo. Si bien había sido construido por su abuelo más de 50 años atrás, su mantenimiento a lo largo de los años se había logrado gracias al obsesivo trabajo de ella. La pintura de color verde oscuro estaba en óptimo estado, y los dos grandes portones de color blanco inmaculado, cerraban con la precisión de una caja de seguridad suiza.
En las últimas semanas algo había alterado la paz de aquellas silenciosas noches campestres. Desde hacia días los relinchos proveniente del establo no le permitía conciliar el sueño. Pegasus, su fiel caballo y compañero inseparable de trabajo de toda la vida, estaba comportándose en forma extraña. Si bien Caroline podía no darse cuenta de las desapariciones nocturnas de Jonathan, su marido; o no percibir los cambios de conducta bizarros en su hijo adolescente, Jim; ella conocía a su caballo como a nadie y podía asegurar que algo, sin lugar a dudas, molestaba al blanco corcel.
Pegasus no era un caballo común y corriente. Caroline aún recordaba aquella primavera de 1987, cuando de repente una tarde Pegasus comenzó a revolear la cola como las aspas de un molino. Ella rápidamente pudo advertir que no se trataba del típico movimiento oscilante y arrítmico con el cual los caballos espantan a las moscas de sus traseros. Esa vez la voluminosa cola giraba rápida e ininterrumpidamente, con el preciso ritmo de un metrónomo. Al mismo tiempo su cabeza giraba hacia atrás, sus ollares se dilataban, y un relincho corto, pero penetrante irrumpía el silencio de la tarde, mientras sus oscuros ojos trataban de advertir algo. Minutos mas tarde, su campo al igual que otros vecinos era azotado por un feroz tornado, el cual destruiría gran parte del condado y dejaría a varios rancheros al borde de la bancarrota.
En otra oportunidad Pegasus irrumpió en la casa a la hora de la cena, e introduciendo su hocico en la pileta de zinc de la cocina resopló una y otra vez, creando grandes borbotones y salpicando con agua a todos los presentes. Inmediatamente después, abandonó la habitación y se dirigió a pleno galope hacia el rancho vecino. Por supuesto que ese comportamiento inusual hizo que Caroline al igual que el resto de los sorprendidos comensales lo siguieran, hasta descubrir atónitos que en el tanque australiano situado al lado del casco de la estancia de los Bridgestones, el pequeño Tommy de solo 3 años jugaba peligrosamente al borde de la piscina. Una vez más, Pegasus había anticipado una tragedia, esta vez salvando una vida y por ende ganándose el respeto de todo el poblado.
La noticia acerca de la virtud que poseía el singular equino se esparció rápidamente por los alrededores. En el bar de Ozzy, lugar en donde los lugareños se reunían a menudo por las noches, las historias de Pegasus crecían en forma exponencial. - A ese caballo lo han visto manejando la Ford Bronco de Jonathan-, decía Mike. - Eso no es posible- exclamaba Willie. -Bueno...no dobla aún, pero en línea recta puede manejar unas cuantas yardas-, se defendía Mike, ofendido por haber alguien puesto en tela de juicio lo que el había dicho. Michael Anastasios Fortuin, o simplemente "Mike", era el hijo de un matrimonio compuesto por un padre inmigrante franco-británico y una madre de origen griego. Si bien sus padres se habían esforzado en brindarle una muy buena educación, enviandolo a las mejores escuelas y colegios de la region, Mike se había entregado al alcohol y al juego compulsivo, luego de fracasar repetidamente en su intento por ser veterinario. Era conocido en el pueblo por inventar historias inverosímiles. Pero no se trataba solo de las historias de Mike. Otros aseguraban haber visto al caballo volar de madrugada, desplegando grandes alas, y así espantando a los cuervos de las plantaciones de maíz vecinas. -Por que se creen que se llama Pegasus?- preguntaba Ann Marie, maestra rural y una de las pocas personas cultas del poblado, haciendo gala de su conocimiento mitológico, mientras el resto la miraba desconcertadamente.
Historias como estas no le beneficiaban en nada a Caroline, quien muchas veces tenia que interrumpir su labor para atender a vecinas, quienes solicitaban tener una entrevista con el caballo para preguntarle a éste si sus hijas estaban embarazadas, si iban a ganar la lotería, o bien para saber cuan buena iba a ser la cosecha ese año.
Como suele ocurrir en estos pequeños pueblos, un dia granizó sin que Pegasus lo advirtiera, toda la cosecha de la zona se perdió y los lugareños quisieron descuartizar vivo al caballo e incendiar el rancho de los Mackenzie. Por suerte Jonathan y su hijo pudieron alejar al caballo por la puerta trasera del establo y ocultarlo en la vieja mina de carbón abandonada, localizada a unas 10 millas del rancho. Mientras tanto Caroline, en el casco de la estancia, utilizando su mirada inocente, convidaba limonada a los enfurecidos vecinos con el fin de apaciguar los ánimos. Al poblado se lo engañó asegurando que el granizo había espantado al animal y que nunca más se supo de su paradero.
Luego de un par de semanas, todo el mundo había olvidado a Pegasus. Jonathan y Jim lo trajeron nuevamente al rancho, le tiñeron la cola y las patas de negro para así evitar fuera reconocido, y esparcieron la noticia que habían adquirido otro ejemplar de cuadrúpedo similar al anterior, el cual habían hecho traer de Kentucky.
Pero Pegasus ya no era el mismo que antes del incidente del granizo. Caroline no sabía si era fruto del tiempo que estuvo escondido en la mina, la pintura en las patas, o algo más que ella ignoraba; pero lo cierto es que el comportamiento de Pegasus, especialmente durante las noches, era preocupante.
Faltaba solo una hora para el amanecer y la noche parecía estar como acostumbrándose de a poco al día. Los relinchos provenientes del establo habían cesado. Ahora que pensaba más detenidamente, el comportamiento de Pegasus durante el día tampoco era el mismo que antes. Claramente esto ultimo era más sutil, pero ella había notado que su paso era más desincronizado, hasta el trote no era el mismo: había perdido velocidad y destreza. Que le pasaría a Pegasus?
Cuando niña, su padre le había traído a Pegasus, cuando aún era un potrillo. Recordaba lo mucho que le costo entenderse con el al principio, y como de a poco fue entrando en confianza con el animal hasta hacerse prácticamente inseparables. Claro que luego de la fiebre equina que contrajo el joven potro aquel verano del 62, las cosas cambiaron. A Pegasus lo tuvieron que aislar en un galpón alejado, para evitar que contagiara aquella enfermedad, hasta entonces no muy conocida. Solo el padre de Caroline lo visitaba, llevándole agua, avena y pastura. Ella pensaba que iba a morir. Estuvo deprimida durante semanas, sin siquiera comer. A veces imaginaba que otros animales eran Pegasus, y en medio de la noche salía en camisón persiguiendo gallinas, a veces zorros, otras veces fantasmas que solo existían en su imaginación. Varios médicos de diversas especialidades fueron consultados. Se arribó a la conclusión que Caroline padecía una depresión reactiva, producto de la inminente perdida de su querido caballo.
De repente, luego de largas y angustiosas semanas, un día su padre le dio la buena noticia: Pegasus estaba mejor. Si bien ya no seria el veloz caballo de antes, podría ayudarla en la siembra, tirando un arado no muy pesado, y hasta galopar de vez en cuando. Caroline recobró su ánimo. Se levantó de su cama, y empezó de a poco a recobrar vida. Desde aquel momento, ella y Pegasus fueron inseparables nuevamente. Lo que Caroline nunca había entendido, era como Pegasus, quien había nacido en 1948, aún siguiera vivo. Ella tenia entendido que los caballos Vivian 20, 30 años, un poco más tal vez, pero jamás había oído de un caballo de 60 años. Tal vez la enfermedad lo había inmunizado contra otras. Tal vez era el cuidado y amor que ella le había propiciado a lo largo de estos años lo que lo mantenia vivo. Pero lo que le molestaba no era eso, sino que su fiel compañero se comportaba extrañamente. Habría llegado Pegasus al final de su camino? Seria coincidencia el episodio del granizo, y la realidad que Pegasus estaba realmente viejo y enfermo? pero porque semejante cambio drástico reciente?
Una tarde, mientras recorría las tiendas del pueblo, Caroline escucho a Lorraine, esposa del banquero del pueblo, contarle a otra mujer que en el campo de los Tompkins habían encontrado a una de sus vacas lecheras sin vida. Al parecer el animal había sido atacado misteriosamente en el cuello, y desangrado. No pasaron mas de un par de minutos hasta que Caroline asociara ese incidente con el comportamiento de Pegasus: sin lugar a dudas, Pegasus había sido atacado por vampiros, seguramente mientras habia estado oculto en la vieja mina, y ahora estaba experimentando la metamorfosis que atraviesan todos aquellos que son atacados por esas desagradables criaturas nocturnas. Ella lo había visto en innumerables películas y documentales. No había dudas! Seguramente el primer contacto con estos despreciables chupasangres había tenido lugar en la mina de carbón, y ahora el pobre Pegasus seguía siendo atacado cada noche en el establo. Eso explicaba los ruidos nocturnos provenientes el establo. Tambien justificaban su andar lento. La anemia lo habia debilitado a punto tal que ya no podia siquiera tirar del mas liviano de los arados.
En un instante, todo pareció de repente cobrar sentido y en su mente, y Caroline empezó a tramar un plan. Sabia que debía salvar a Pegasus, si es que ya no era demasiado tarde. Ese mismo amanecer, antes que aclarara del todo, encerró a Pegasus en el establo, lo amarró firmemente y comenzó a fregar su lomo enérgicamente con agua de ajo, la cual tambien le hizo beber; luego le hizo enemas con la misma, mientras clavaba crucifijos sobre todas las paredes del establo. Sobre el lomo del animal, pintó una gran cruz, y con otros crucifijos de hierro mas pequeños, calentados previamente al fuego hasta estar incandescentes, marcó la piel del animal, para que de esa manera quedara protegido en forma permanente de los vampiros. Esas medidas, sin dudas, tenían que funcionar. Ella lo había visto todo por televisión.
Súbitamente, el caballo empezó a emitir sonidos desgarradores que hasta parecían humanos. Luego comenzó a patear enfurecido hasta desatarse y destrozar la puerta del establo. Se arrojó al piso y se retorció como una serpiente en llamas hasta que de repente, su piel comenzó a agrietarse justo por debajo de la base de su cuello. Al mismo tiempo, los cuartos traseros se separaron del resto del cuerpo, y una mano con forma humana se asomó a través de su orificio anal, mientras otras dos afloraban de su pecho. Caroline, sin casi tiempo para reaccionar, casi perdió el conocimiento al ver tan repugnante escena.
-Esto es inaguantable! -exclamo Jim, mientras salía de adentro del caballo.
-Te lo dije padre, esto no iba a funcionar. Que me mojen con agua, vaya y sea, pero el enema de ajo...eso si que no lo voy a tolerar..y la cruz caliente en la espalda..esto es inhumano! Llego el momento de decirle a mama la verdad.
Caroline estaba petrificada. Aun no entendía que hacían su hijo y su marido saliendo del interior de su querido corcel.
-La historia es larga, Caroline-, se animo a decir Jonathan mientras vomitaba el agua de ajo.-Te acuerdas esa vez que Pegasus estuvo enfermo? Bueno, en realidad él murió de fiebre equina; pero tu padre contrató algunos peones para que simularan ser Pegasus, temiendo verte morir de tristeza a ti. Tom, hizo un buen trabajo preservando la piel original. Al principio fueron los hermanos Russell los que cada dia simulaban ser Pegasus. Ellos trabajaban en el circo de Memphis representando un número en el que hacían algo similar, pero luego se cansaron y siguieron otros. así muchos fueron tomando el lugar de Pegasus a lo largo de los años. Antes de morir, tu padre me hizo prometerle que yo seguiría manteniendo esta ilusión viva, y así lo hice. La semana pasada, después del incidente del granizo, los dos peones que venían manteniendo a Pegasus con vida desde hace 7 años, renunciaron. Según ellos las responsabilidades iban creciendo, y ya no aguantaban la presión psicológica. Uno de ellos era medio vidente, y quería probar suerte tirando el Tarot en la ciudad. Por otro lado, el estar tres semanas aislados en la mina no fue del agrado de ninguno de los dos. Ni siquiera ofreciéndoles un aumento accedieron a quedarse. Desde entonces Jim y yo hemos tratado de seguir con este engaño hasta conseguir nueva gente, pero ha sido muy difícil. Mi renguera me impide trotar, y por otro lado Jim ha estado bebiendo mucho últimamente con sus amigos, dificultando las cosas en mayor grado. Imagínate lo difícil que se nos hace mantener esto. Tratamos de practicar durante las noches, pero terminamos por lo general discutiendo y gritando. Según tu hijo yo troto en forma muy lenta, lo cual es verdad, pero es que a mi siempre me gusto el trote ingles. El en cambio viste como es, siempre se llevó las cosas por delante, siempre al galope...
Lo siento mucho Caroline. Lamento que haya llegado este dia en el cual tengamos que destruir tu ilusión, pero Jim tiene razón. Es hora de afrontar la realidad. Pegasus no existe. El murió hace años.
Con la mirada perdida y casi como sin escuchar la ultima frase de Jonathan, el rostro de Caroline empezó a transformarse. Su piel se arrugó más, como si envejeciera de repente, y su cuerpo comenzó a cambiar de apariencia, triplicando su volumen. Su abdomen se hinchó y rasgó, y su torso entero se agrietó al medio. De su interior, una yegua negro azabache asomó y reptando entre sangre y vísceras, se irguió en cuatro patas como una enorme flor que se abre de su capullo, pero en movimiento acelerado. Lo único que quedaba de la apariencia original de Caroline era el brillo de ingenuidad y optimismo en sus ojos.
Los que ahora estaban petrificados por la desagradable sorpresa eran Jonathan y Jim. No había forma que pudieran asimilar lo que estaban presenciando. El esbelto animal los miró por ultima vez como con un dejo de pena, y se alejó del establo trotando hacia el valle, hasta perderse en el horizonte.
La noche había quedado atrás, y ahora el amanecer perfumaba el rancho con un aroma distinto, menos dulce, más seco. Otro largo jornal de trabajo comenzaba. Pero a diferencia de los últimos 60 años, hoy por primera vez, Caroline y Pegasus no trabajarían...
OC, 9 de Marzo de 2009.